— Querida, yo no soy como los demás, y, en efecto, no aceptare un no por respuesta, si me rechazas esta cordial y amable invitación temo que no te dejare ni un segundo en paz y puedes creerme si te digo que tengo mis métodos para siempre obtener lo que quiero — dijo con suficiencia y arrogancia el adonis pelinegro.

Juliette sonrió de manera inocentemente fingida, por supuesto que había captado la nada sutil amenaza que los labios carmín del adonis Fernand, habían escupido sobre ella, no podía negarse por deber ni por cordura o este hombre era capaz de perseguirla hasta el fin del mundo, era sin duda alguna peligroso, demasiado peligroso, un ser despiadado y caprichoso que había puesto sus ojos de hielo sobre ella, Fernand no era un hombre de fiar, con aquel corto tiempo había sido suficiente para deducirlo, aquello la asustaba, pero, siempre valiente, no se dejaría intimidar aun fuese el mismísimo Lucifer el que la estuviese amenazando.

— Bien, supongo que no tengo remedio más que ace