Mundo ficciónIniciar sesiónActo III- Lobo del Infierno Parte 2~
Me acerco, no me acerco, me acerco… Los pétalos de la flor en mi mano caen uno por uno a mis pies, necesito una respuesta. Wolf se enfadó conmigo por decir mentiras. Primero debo disculparme pero no estoy segura de que quiera verme hoy.
¿Que hago?
—Aquí estabas, Fresas— Dice Roberts asomándose detrás de mí haciendo que salte hacia atrás haciendo caer la flor con un último petalo— ¿Qué haces?
—Mi fortuna.
— ¿Y qué dice tu fortuna?
—Que no me acerque hoy— Respondo mirando con resignación la flor con un solo pétalo restante.
El niño mayor se ríe a carcajadas, me dice que eso de la fortuna en flores es algo de niños pequeños ¡Duh! ¡Soy una niña pequeña! Al único amigo de Wolf no parece importarle que se lo diga, me toma de la muñeca y me dice que solo vaya.
En el lugar de siempre Wolf lee su libro sobre el comportamiento de los lobos, cuando me acerco unos pasos gruñe. Camino hacia atrás y agacho la cabeza.
—Lo… siento… por mentir…
¡PAAM!
Cierra el libro con estrépito y se levanta del tronco donde estaba sentado. Cierro los ojos, no me atrevo a verlo enfadado conmigo otra vez. Escucho sus pisadas alejarse en el césped, luego estos regresan caminando demasiado rápido y el sonido suena muy cerca de mí.
Algo más alto que yo me hace sombra, volteo hacia arriba sin poder creérmelo.
Para mi sorpresa él no se ha ido, en su lugar se acercó a mí. ¡No solo está más cerca me ha tocado la mejilla con un dedo! Pero la sensación no es cálida sino un poco fría. Observo su mano, aún tiene algo blanco embadurnado.
— ¡Esto desaparece los moretones al instante! —Dice su amigo como si hablara por él.
Entonces lo veo, Wolf lleva un tubo de un ungüento en su mano izquierda que de inmediato me entrega sin decir nada más. Después regresa al lugar donde estaba antes de interesarse en ponerme ungüento en la mejilla.
— ¿Qué esperas, Fresas? —Vuelve a insistir Roberts y señala el lugar donde se sienta Wolf, en lugar de sentarse en el tronco ha elegido el césped.
Esto… ¿En dónde me siento? Si me siento en el césped a veces está mojado y puede dejar verde mi vestido… Antes de poder dudar más, Wolf gruñe de nuevo y mira el tronco detrás de su espalda ¡Es silencioso como un lobo! Sin poder disimular mi sonrisa me siento en el tronco, ya no está molesto y me ha dejado sentarme en su lugar favorito.
—Ojalá pudiera leer los libros con poquitos dibujos como tú—Digo pensando en voz alta.
Él parece gruñir de nuevo y me río.
—Gracias, Wolf.
No me responde, pero eso no es necesario para saber que me acepta, él en realidad es muy amable.
RIIIING
El tiempo pasó demasiado rápido, que lástima me habría encantado que el recreo durara un poquito más.
—Fue muy divertido, nos veremos desp---
Él se levanta y camina del lado opuesto que siempre, justo hacia el lado donde voy yo. Le miro asombrada hasta que detiene sus pasos y me voltea a ver.
—Ven— Me dice con una sola palabra y con eso es suficiente.
Sonrío de oreja a oreja y corro hacia donde está él.
***
Otra vez me regañó papá, el niño extraño le dijo que desde hace días lo estoy evitando y que en lugar de ser amable con él soy toda dulzura con otro niño. Mi padre me ha prohibido que continúe viéndolo.
Debo decirle que hoy es el último día…
—…sas.
— ¿Eh?
—Pregunté si escuchaste lo que dije, Fresas—Roberts se asoma sobre mi hombro y ve el libro de lobos con ilustraciones y palabras más sencillas que Wolf me prestó.
—…..
Su amigo se acerca a mí y pone su mano en mi frente. Wolf le gruñe, de inmediato quita su mano.
—Cuando un niño tiene la cara muy blanca o suda mucho, nuestros maestros hacen esto.
Wolf vuelve a cerrar su libro con estrépito y me pone su mano en la frente.
—Ve a la enfermería.
Me dice únicamente eso y vuelve a sentarse, él tiene a su mejor amigo, tampoco me extrañará cuando deje de venir además estoy del otro lado de la primaria, donde están los niños de mi edad.
—Yo… no volveré aquí.
— ¿Es por ese otro niño por el que te regaña tu papá?
Niego con la cabeza.
—No tengas miedo, Wolf y yo podemos con él, llévanos y le daremos una lección.
Anoche mi papá llegó con moretones y golpes, fue por mi culpa, por eso se enojó y me regañó. Cuando se enoja hace llorar a mi mamá y mi abuelita se enferma mucho.
—No pueden hacer nada… unos lobos solitarios… no…
El papá de ese niño mayor que yo es muy poderoso, eso me dijo mi papá. Puede hacerle daño incluso a ellos.
— ¡¿Ustedes los raritos solitarios, qué pueden hacer?!
—Fresas…
— ¡Deja de decirme fresas! —No los odio, los dos me agradan, quiero mucho a Wolf pero ellos no pueden contra el poder de Collins— ¡Me acerqué a ustedes porque creí que eran fuertes! ¡Solo se sientan aquí a…leer! ¡Son unos débiles!
No llores, no llores… Si te ven llorar no creerán que sea… Un adiós.
Me gustan mucho los libros, el cuento de lobos que me prestó Wolf lo he leído muchas veces como un tesoro… Ese mismo libro con dibujos de lobos que me gusta mucho se lo aviento al pecho. Antes de que puedan reaccionar o hacerme preguntas doy la vuelta sin mirar atrás.
¡Perdón, perdón…!
No debí acercarme, mi papá dice que la familia de Collins tiene “influencia” y que eso significa que son peligrosos, si algo le pasa a Wolf y Roberts…. Por eso no volveré a verlos.
Collins está atravesado en el camino, seguramente me molestará. Cubro mi rostro pasándole de largo, su sonrisa de satisfacción lo dice todo.
¡Lo odio!
Pensé que me molestaría otra vez pero me dejó ir sin hablarme. Aun así siento que algo hará, siempre lo hace, es un niño muy malo.
Finalmente dejo caer mis lágrimas, lo que más duele de todo esto es que no podré verlo más. Aunque no habla mucho es amable y me gusta mucho cuando lee algunas páginas de su libro en voz alta. Me gusta su voz… Él me gusta.
—Me gustas mucho… Wolf…
En silencio hago mi primera confesión, descubriendo que me gusta un niño. Aunque soy demasiado pequeña creo que me gusta ese niño… no como me gustan los dulces de fresa y miel, es algo más grande, mucho más grande.
***
Últimamente los dulces no tienen sabor, si pienso en lobos solo puedo ver al niño que me gusta, al que no puedo acercarme nunca más. Collins tampoco me ha molestado estos días, tal vez al ver que cumplí con no volver a ver a Wolf me dejó en paz. Lo odio, me desagrada mucho…
Los pasos de alguien hacen crujir las hojas secas que han caído por el otoño. El viento comienza a soplar y no puedo evitar ver enfrente de mí, espero que no sea ese fastidioso…
Y todo mi día gris parece volverse de colores brillantes cuando lo veo ahí, a Wolf. Incluso sus ojos parecen más azules y su cabello color chocolate amargo sigue siendo el más bonito.
—Wol…—De inmediato callo y cualquier felicidad pequeña que comenzaba a florecer se marchita de inmediato cuando me doy cuenta que no está solo, ahí a un lado suyo están Collins, Roberts y otros niños mayores.
—Te presento a mi manada— Dice Wolf señalando a todos esos niños que no me parecen para nada amigables.
La mirada de Wolf no es la de antes, no es cálida, el brillo me exclama peligro, enojo también unas palabras que no necesita decir para que sean escuchadas “¿Quién es el solitario ahora?”
Pero él no es lo más aterrador sino el niño que tiene en su grupo de amigos, quien me mira como si tuviera al lobo en sus manos haciéndole creer que él es el líder.
***
Creí que Collins era un niño terrible y malo, que nadie podía ser peor que él, me equivoqué. Lo que le dije a Wolf esa vez para alejarlo solo logró que me odiara hasta el punto de que me hiciera su sirviente personal.
Desde que Wolf declaró ante todos que soy de su propiedad, Collins solo sonríe detrás de él, cuando el lobo no se encuentra cerca es Collins quien me molesta. Creo que él no tiene idea de lo que hace su nuevo mejor amigo cuando no le ve.
Ya no me llama fresas, él me dice “perrita” y a veces incluso me obliga a que ladre. Como fue mi culpa que haya cambiado tanto, hago lo que me pide sin reproche.
—Guau…Guau… —Respondo cuando me llama.
—Con más entusiasmo, perrita—Su voz sigue siendo igual de fría pero su manera de hablar es mucho más audaz y grosera.
—Si… Amo— Digo de rodillas.
—Eden. No te olvides de llamarme por mi nombre.
—Amo…Eden.
¡Abusivos, su llamada “manada” son puros niños de entre 10 y 11 años de edad! Él se hace llamar el lobo del Eden, Eden Wolf, todos esos niños le aplauden lo que hace. Excepto Collins, sé que se trama algo porque siempre actúa cuando nadie le ve, es el más aterrador de todos.
A veces Roberts se acerca a mí y me dice que no piense mal de Wolf, que tiene sus razones para comportarse así. Por supuesto, fue por lo que le dije, me odia por eso.
Lo convertí en un monstruo, ¿Cuál lobo del edén…? ¡Es el mismo lobo del infierno!
De acuerdo, me disculparé por lo que le dije y le pediré que seamos amigos. Tal vez si le muestro la bandera blanca de la paz vuelva a ser el lobo callado pero gentil y amable que aún me gusta.
— ¿Y qué? —Responde cuando le digo que siento lo que le dije.
—Po…demos… ser amigos— Digo en pausas temiendo su enojo.
—Claro, ahora que el lobo solitario tiene manada, la hembra quiere su protección.
— ¿Cómo?
—Dijiste que soy débil. Te probé lo contrario y ahora agachas la cabeza en sumisión al lobo Alfa.
Ah, qué términos más complicados son estos, por alguna razón comienza a desagradarme que me hable en tercera persona y se llame a sí mismo “Alfa” cierro el puño. Decidí hacer las paces hoy, no puedo hacerme para atrás.
—No es eso…
—Por supuesto, pero una perrita como tú jamás será un lobo de mi manada— Dice riendo con gran crueldad— En especial una tan débil.
—Ya me disculpé… ¿Qué más quieres que haga?
—Lo único que quiero es que seas mi perro, yo te protegeré si eres una buena mascota.
¿Proteger? ¡¿Le llama proteger a todas las humillaciones que me hace pasar enfrente de su jauría de lobos a la que llama su manada?! ¡Ni siquiera sabe lo que hace Collins a sus espaldas!
—Yo no quiero tu protección… quiero que regrese el lobo solitario.
De nuevo se ríe a carcajadas.
—Un lobo solitario no puede hacer nada ¿no fueron tus propias palabras, perrita?
—Eso fue porque…
—No me importan tus razones, niñita. Esto es lo que querías, lo tienes.
—¡Lo que quiero de vuelta es el lobo que me gusta!— le detengo tomándole por el lado holgado de su ropa— El solitario, el que gusta de leer, no este… monstruo.
—Dilo de nuevo.
—No a este monstruo.
—Lo otro, repítelo.
—…lobo solitario…me gusta.
— ¿Te gusto?
—Eden no me gusta—apretujo la tela de su ropa sin soltarlo— me gusta Wolf.
—Ven— Su voz con una sola palabra corta parece de nuevo cálida, con sorpresa levanto la cabeza y ahí está ese lobo amable— Ya que no puedo traerte con una correa, debes tomar mi mano y seguirme, Fresas.
Limpio mis lágrimas, aunque ha dicho que soy su mascota y quiere ponerme una correa, lo hace con la voz de “Wolf” por lo que no me parece aterrador, es él ¡Mi Wolf! Tomo su mano sin dudarlo un solo segundo.
***
He tomado muchas veces a mi abuela de la mano, también a mi mamá y en la guardería tuve maestras que lo hacían. Jamás sentí lo que siento ahora cada vez que él toma mi mano.
Incluso su “manada” deja de importarme porque me hace sonreír el solo estar en el mismo lugar que él. Mi abuela se ríe cuando le digo que me gusta un niño del que hablo cada vez que puedo verla en el hospital. Mamá continúa enferma y solo puedo visitarla los fines de semana.
—Pero ten cuidado, Cadenza— Me dijo mi abuela golpeando juguetonamente mi nariz— Los lobos son muy bonitos y parecen perros grandes, pero siguen siendo salvajes.
No entiendo lo que quiso decir, los perros son leales y si tienes su afecto ellos jamás te harán daño. He visto a los lobos jugar en el zoológico, son cariñosos y parecen divertirse entre ellos, son perros grandes.
Eden es como uno de ellos, es hermoso y me hace sentir segura. Cuando crezca más quisiera escribir libros interesantes para que él pueda leerlos. Escribiré muchas historias, muchísimas. Él me mira bajando un poco su libro y abre su boca para hablarme como solo hace conmigo.
— ¿Tengo algo en la cara, Fresas? —Niego con la cabeza y regresa su atención al libro en sus manos.
—Quisiera poder leer más rápido para entender tu libro.
—Todavía eres pequeña, Fresas.
—Entonces léelo en voz alta, por favor.
—…. —Por su manera de verme supongo que no lo hará—Si no quieres…—
—Los… Lobos Omega son… —Comienza y me lee unas páginas, los demás niños de la manada siguen jugando con la pelota por lo que lo tengo para mí solita— ¿Me estás escuchando?
—Por supuesto, Roberts es tu Beta—Le digo apoyando mi cabeza en mis manos, mis codos están sobre mi pierna mientras escucho atentamente.
— ¿Y tú que serías, Fresas?
—Tu Omega.
Él se queda callado un momento ¿Lo dije mal? El Omega es un lobo débil pero el Alfa protege a toda su manada inclusive a los menos fuertes. Además, si muestra ser lo suficiente fuerte, los demás miembros de la manada también les respetan y dan su lugar. Un omega puede cambiar.
Él levanta un poco la comisura de su labio y acaricia mi cabeza.
—Sí, eres mía.
Querrá decir que soy SU Omega, pero está bien. No me molestaría ser suya porque él cuida mucho de sus posesiones. Él me aprecia también.
Al finalizar el descanso, Eden no puede acompañarme hasta mi salón de clase, le digo que puedo ir sola y nos despedimos.
“Eden Wolf… Me gustas”
Lo digo en mis pensamientos sin dejar de sonreír al ver su espalda alejarse. En mi habitación tengo enmarcado el dibujo de un lobo, mi abuela me dijo que me lo regaló un niño en un parque. Aunque regresamos a ese lugar nunca más lo volvimos a ver. Eden me recuerda a ese lobo, la misma mirada, como si buscara algo que está muy lejos.
¿Qué busca? Me pregunto si me dejará buscarlo por él…
—Vaya, parece que alguien tiene síndrome de colmo.
De nuevo tengo esa sensación desagradable con solo escuchar su voz. Es ese niño fastidioso.
—Se dice “Estocolmo”—baboso—aunque no sé lo que significa.
Mi abuela usa esa palabra muy seguido por eso sé cómo se dice, desconozco su significado pero sé que es algo malo por la forma en que lo hace. Ese niño siempre usa a su padre contra el mío para que le tenga miedo y haga lo que quiere.
No más.
Debo ser fuerte para que mi Alfa me vea como más que una Omega.
— ¿A dónde vas, Dawson?
—A mi salón de clase, quítate.
—Qué lástima, mi papá tendrá que “hablar” con el tuyo por la forma grosera que me habla su hija.
—Tch, dile lo que quieras—Respondo conteniendo mis temores—Yo le diré a mi amo que me molestas cuando no te ve.
Ese niño le teme a Wolf, he visto como al igual que los lobos más débiles se inclina mostrando su “sumisión” a él como Wolf me leyó en su libro.
—No seas ingenua, Candy. Si crees que estás a salvo con el lobo feroz, te equivocaste.
—Los lobos son leales y protegen a los suyos.
—Pero tú no eres de los suyos.
—Soy su mascota y prometió protegerme.
—Wolf es peor que yo, Candy, el lobo feroz siempre será el villano en el cuento.
—Él nunca será un villano—como tú— Aunque es un lobo, es bueno.
—Eres tan ingenua, Candy. Adelante, dejaré que conozcas al lobo detrás de la piel del cordero.
—Edén no es como tú.
—Por supuesto que no es como yo, es mucho peor.
Lo detesto. Ni siquiera merece ser llamado amigo de alguien como mi Wolf. Volteo para dejarlo hablar solo hasta que sus palabras me hacen detenerme.
— ¿Sabes lo que dice a tus espaldas, Candy? Que eres débil, una molestia y… que eres tan fea como su lástima por ti.
Miente, Eden es diferente al Wolf de antes pero es muy amable conmigo. Yo le gusto y él me gusta, por eso está diciendo esas mentiras Collins.
Él nunca diría esas cosas crueles.
¡Le gusto!
En lugar de ir a mi salón de clase tomo el camino hacia el aula donde se encuentran los grados superiores con los niños más grandes.
Debo decirle todas las mentiras que dijo ese niño malo.
También le diré que me gusta, que me gusta mucho, quiero ser parte de su manada, un lobo.
El lobo Alfa tiene una “pareja” para toda la vida, los dos cuidan de la manada, quiero ser esa pareja.
Pero, todo lo que quiero decir se atora en mi garganta y siento frío en mi corazón cuando escucho por mí misma lo que habla Wolf con su “manada”
— ¿Ya vieron que bonita se ve Dawson?
—Es muy linda y su estatura me gusta.
—Se ve tan linda con esas fresas y el vestido a juego.
Los niños hablan de mí mientras “Eden” los escucha como si hablaran de algo repugnante.
— ¿Acaso todos ustedes son pedófilos o andan mal de la cabeza?—Responde con una voz que nunca antes le había escuchado y murmura entre dientes—Tiene como seis años.
—Eso dices pero eres quien más la molesta—Dice ese niño Collins.
—Bah, la molesto porque es fea, tiene pecas en los hombros, sobre su nariz y sus ojos amarillos son aterradores.
Cubro mi boca con ambas manos ahogando mi asombro.
— ¿Y qué tiene de malo sus pecas? Creo que son lindas—Dice Collins.
—Tch ¿Acaso no lo saben? Las pecas y los lunares son símbolo de una bruja.
“Eden” quien es callado y siempre me hace sentir tranquilidad y paz está diciendo todas esas cosas crueles sobre mí…
— ¿Fresas? ¿Qué haces aquí?
Al caminar hacia atrás me he golpeado de espaldas contra Roberts.
En cuanto escuchan todos a Roberts mencionarme, se callan un momento y voltean a verme. Tengo lágrimas en mis ojos, caen una detrás de otra por mis mejillas.
— ¡Miren! ¡Es la bruja!—Me señala uno de los niños y los demás comienzan a decir lo mismo.
— ¿Vienes a embrujarnos? ¡Vete de aquí!
— ¡Vete, bruja!
Uno de ellos me avienta pelotas de papel que rebotan contra mi cuerpo mientras me protejo el rostro con mis brazos.
¿Por qué?
— ¿Por qué me molestas…?—Mi voz se ahoga al ver a Wolf y su rostro de "Edén" sin emociones— ¿Que…te hice…?
Me disculpé por decirle lobo solitario, le dije que me gusta, ya habíamos hecho las paces y éramos…
—Wolf—Dice Roberts intentando protegerme de que me caigan más pelotas de papel y basura.
Eden lo aparta con el brazo, Roberts como fiel Beta a su Alfa agacha la cabeza y le deja pasar como si fuera su rey.
—Porque eres débil, una ingenua, crédula, todo en ti me fastidia…
Collins le hizo decir eso, él nunca me diría algo así.
— ¿Por qué me habría de importar una niñita tan pequeña e insignificante? Fuiste tú quien se acercó a mí, fastidiando cada día hasta que me diste lástima.
— ¿Por qué me dices todo eso?
— ¿Quieres saber por qué?
Niego con la cabeza. No quiero escuchar más palabras crueles.
—Porque existes, simplemente por eso.
—Yo creí que…—bajo mi voz y lo digo como un susurro—te gusto.
— ¿Creíste que me gustas?—se ríe, una voz seca como un demonio—Tengo al menos cinco o seis años más que tú---
Sin poder parar mis lágrimas ni verle a los ojos apretujo con mis manos el holán de mi vestido que se arruga por la fuerza que me aferro a este.
—Wolf, ya es suficiente—Dice Roberts interfiriendo mientras tomo una gran bocanada de aire.
—Entonces… Si no puedo existir—sollozo—Voy a desaparecer.
Desaparecer… nunca más volveré a acercarme a ese “lobo del Edén” que más pertenece al infierno.
Roberts me llama “Fresas” mientras empujo con fuerza a Eden y corro tan rápido como me permiten mis pies.
***
Logré limpiar mis lágrimas y dejar de llorar, dibujo un lobo y después lo tacho y garabateo sobre él. La sombra de unos niños me tapa la luz y volteo con fastidio a verlos.
—Es la bruja.
Parece que los rumores ya llegaron hasta aquí.
Cuando finalmente terminan las clases espero a que anuncien mi nombre por el comunicador, deseo irme pronto. Finalmente después de lo que parece eterno, me llaman y camino hasta la salida. Al momento que cruzo la reja abierta dejo atrás mis esperanzas en que “Él” haya cambiado de parecer y me pidiera disculpas. No lo hará. Mi abuela me ve callada mientras caminamos por la acera unas cuadras antes de llegar a casa.
Mamá será dada de alta en el hospital en unos pocos días más.
Como es costumbre entre nosotras las mujeres Beckham, a pesar de que nada parece tranquilo ninguna de las dos dice algo ni nos contamos el cómo fue nuestro día.
Mi abuela preparó mi platillo favorito pero todo el tiempo solo pienso en lo que dijo Eden de mí, me dijo justo en mi cara que no soy más que una niña pequeña que le daba lástima. El pollo especial que ella prepara me sabe como la tierra y a derrota.
Incluso por la noche observo el dibujo del lobo enmarcado antes de dormir. Me pregunto si él tampoco puede dormir después de lo que dijo. Tal vez esté soñando tranquilamente que es un gran lobo como los de su libro.
***
Han pasado dos días desde entonces. Busco debajo de mi pupitre mi mochila y suspiro, salgo del salón de clase, las gotas de lluvia empapan mi cabello, me apresuro y justo debajo de la ventana encuentro todo tirado sobre el lodo y hojas muertas.
Entre las páginas esparcidas alguien rayó la carátula de mi cuaderno escribiendo “Vruja” con errores ortográficos. Incluso yo sé que bruja se escribe con B.
Algunas niñas parecen tenerme lástima pero le temen a los niños, en este lugar parece que hay más niños varones así que son quienes dominan. En cuanto me siento uno de ellos ha dejado un chicle masticado en mi asiento, ya lo han hecho antes así que puse una hoja encima antes de sentarme.
—Psssht—Me dice una de las niñas como si fuera un secreto—Dijeron que te lo de.
Es una carta, reconozco la letra de inmediato y releo varias veces el mensaje.
[Quiero verte- E.W]
El papel está un poco arrugado pero estoy segura que es su letra. Solo con esas palabras siento como si el día lluvioso se volviera soleado, iluminado por un precioso arcoíris.
Espero con entusiasmo al sonido de la campanilla, ya quiero que sea el recreo para verlo ¿Debería hacerle un dibujo? No creo poder terminarlo antes… sigue lloviendo, podría mojarse, Ah… debí vestirme más guapa hoy.
RIIIING
¡Por fin! La emoción es tanta que siento como si mi corazón saldrá de mi pecho en cualquier momento.
Abro mi paraguas de un color rosa y muchas fresas sin dejar de correr hacia adelante apenas evitando tropezar con el lodo resbaladizo.
“¡Wolf, Wolf, Wolf!” Pienso como un perro contento al recibir el llamado de su amo. Ni siquiera me imagino lo que me espera, ni sus intenciones con ese mensaje. Quiere verme ¡Yo también quiero verlo!
Pero al llegar, Wolf no está ahí, tampoco Roberts. Son Collins y los demás “lobos” de la manada. Esos niños mayores que no parecen sonreír por algo bueno.
— ¿Lo ven? Wolf tiene razón, solo basta un mensaje suyo para que la perrita bruja venga corriendo.
Camino hacia atrás, algo me dice que ellos son más peligrosos que unas pelotas de papel corrugado.
— ¿A dónde crees que vas, Bruja? — Dice un niño detrás de mí.
—Sé una buena mascota y obedece.
— ¡Déjame!—El niño me empuja, caigo al suelo y mi paraguas rueda— ¡Soy la mascota de Wolf! ¡Nadie más!
— ¿Wolf? Niña, Wolf dijo que podemos hacer lo que queramos contra la malvada bruja.
— ¡NO SOY UNA BRUJA!
Uno de los niños me jala por el cabello mientras forcejeo con mis manos.
—Prueba que no lo eres—dice otro niño.
Uno de ellos muestra un balde lleno de agua y se ríe.
—Dorothy acaba con la malvada bruja del oeste al lanzarle una cubeta llena de agua y se derrite. Podemos comprobar con eso.
***
No regresé a clase, después de que terminaron sus “pruebas” para comprobar si no soy una bruja me escondí en un rincón oscuro, me han empapado de la cabeza a los pies, quiero estornudar pero me lo evito mientras me abrazo el cuerpo.
Ni siquiera sé cuánto tiempo pasó desde entonces, si salgo esos niños malos me seguirán haciendo pruebas. Si lloro aunque sea un poco sabrán que me han ganado, debo ser fuerte.
Creo escuchar mi nombre y el de mi abuela quien me busca, si salgo los niños malos me pegarán y me robarán mi otro broche.
— ¡FRESAS!— Me llama Roberts y de inmediato grito de terror ¡no más niños, no más pruebas!
Mi abuela empuja a Roberts y me llama.
— ¡CADENZA!
Pero yo no puedo escucharla, continúo tapando mis oídos y protegiendo mi cuerpo tembloroso.
***
Después de eso tuve una fiebre alta por quedarme bajo la lluvia y por mi cuerpo empapado en agua sucia varias veces. Mi abuela cuidó de mí hasta que pude despertar.
— ¡Cadenza!—Ella me abraza con fuerza mientras apenas comienzo a recordar la pesadilla que me hizo pasar ese maldito lobo.
Abrazo a mi abuela y al ver el dibujo del lobo enmarcado vuelvo a gritar de horror.
— ¡NO SOY UNA BRUJA!
— ¡Todo está bien, Cadenza! ¡No volverán a molestarte!
— ¡Por favor, no soy bruja, no más agua!
—No, no eres una bruja… calma, Cadenza.
Ella me acaricia la cabeza y me calma con unos sonidos como si quisiera arrullarme con un “SHHH-SHHHH” Funciona pues comienzo a respirar con mayor tranquilidad.
Pienso en él, en lo que dijo sobre los lobos y como protegen a los miembros de su manada. Ahora entiendo que nunca fui para él más que una presa.
—Tenías razón, abuelita… ¡Todos los hombres son malos!
—No, Cadenza. Aún existen los hombres buenos, un día tú…
— ¡NO! ¡TODOS SON MALOS! ¡EL LOBO SIEMPRE SERÁ MALO!
Si pudiera ver el rostro de mi abuela, seguro estaría lleno de dolor. Ella me abraza y apretuja mi cuerpo contra el suyo mientras intenta calmar sin éxito los llantos desesperados que ahogo entre aullidos de lo que fue mi primer mayor decepción en la vida.
Me gustaba, Wolf fue el primer chico que me gustó, pensé que yo también le gustaba y que era "él" esa persona a la que llaman "alma gemela" fui tonta, una completa tonta.
***Después de unos días finalmente puedo respirar y sentirme tranquila.
En una caja guardo el broche de fresas que ha quedado solo, el otro se perdió. Mi abuela dijo que me compraría otro pero me negué. No quiero volver a usar fresas en lo que me reste de vida. Nunca más dejaré que me llamen “Fresas” tampoco “Perrita” ni mucho menos mascota o propiedad de alguien.
En esa misma caja guardé el dibujo de lobo que se parece a “Él” lo voltee para jamás volver a verlo, detesto a los lobos, son traicioneros y te atacan por la espalda. Cierro el cajón y me prometo jamás volver a abrirlo.
— ¿Estás lista para tu nuevo día, Cadenza?
Mi abuela acomoda el sombrero en mi cabeza, ya no puedo llevar su vestido favorito porque ahora uso uniforme y no hay más días casuales, no es tan bonito pero es un buen precio a cambio de volver a empezar. Después de aquella pesadilla pidió mi baja, por fortuna hay una escuela donde asisten únicamente niñas y señoritas. No quiero volver a ver a otro niño en mi vida.
Fue un error, lo que sea que creí de ese lobo traicionero fue una mentira.
***
— ¿Entonces ese fue tu primer amor?—Pregunta Sarah mientras se pinta las uñas de los pies con barniz rosa.
— ¿Bromeas? Ese niño era el mismo infierno, una pesadilla… sería una masoquista si me hubiera enamorado de alguien así de repugnante.
—Yo creo que le gustabas—Dice sacudiendo la pequeña brocha del barniz.
—Pffft, como si eso fuera posible—bufo—te conté eso porque quiero que tengas cuidado con Bury.
—Sí, claro, tendré cuidado.
Quizá es porque realmente tengo algo, puede que simplemente no les agrade a las personas porque no me interesa. Sarah es mi única amiga, aunque ella es carismática y puede agradarle a muchas personas eligió que fuera yo su mejor amiga y desde entonces somos inseparables.
Sarah conoció un chico, pero cada vez que lo veo me da desconfianza. No solo porque detesto a los hombres, tiene algo que me parece absurdamente familiar como si lo hubiera visto antes. Aunque se lo he dicho a Sarah ella cree que estoy exagerando.
Nuestros gustos distan demasiado de la otra y ella sí tiene un lado esperanzador con respecto a encontrar el amor. Yo por mi parte, aborrezco esos temas, aquellos días de mi niñez son la sombra del pasado que no he podido dejar atrás por más que quisiera,
Prefiero evitar el tema, fingir que "él" jamás existió en mi vida. Porque es una de las tantas razones por las que detesto a los hombres. Por supuesto con el tiempo encontré muchas más razones para odiarlos como el nuevo socio de mi padre.
Pero ese niño, el que es como un lobo... con el tiempo pude olvidar su rostro y su apariencia, pero esa sensación desagradable que aún me sabe amarga en la lengua persiste como un chocolate amargo imposible de endulzar.
La vida cuando es amarga no se puede volver dulce por muchos terrones que quieras echar en el asiento de café quemado sin azucar llamado realidad.
A los seis años o siete, los niños experimentamos la vida de muchas maneras, puede que no haya sido tan intenso ni tan doloroso como lo recuerdo. Lo único de lo que estoy segura fue de lo mucho que lloré y que ese niño marcó para siempre mi manera de ver a los extraños.
Sarah es todo lo contrario a mí, ella es como una brillante luz frente a un ventanal oscuro, no conoce la tristeza ni el dolor, sus padres realmente se apoyan y tienen una historia bonita por contar cada vez que pueden. Tiene madre y padre saludables que no pelean ni acumulan su desesperanza contra eso que llama “amor” por eso no puedo evitar sentir un poquito de envidia cuando la veo tan tranquila leyendo una de esas novelas con protagonistas imposibles creyendo en que existe una mitad de su alma que un día llegará a complementar la mitad de la suya.
Yo no creo tener esa posibilidad jamás, no solo porque odio a los hombres sino porque mi madre ya no está más entre nosotros y fue enteramente mi culpa.
Después de pintarnos las uñas Sarah puso una película pero parece más interesarse más en el libro que lleva en sus manos.
— ¿Qué estás leyendo?
—Es una novela de lobos ¿Quieres leer?—Me dice Sarah mientras se atiborra la boca con palomitas.
El título por sí solo es algo bastante…eh… ¿exótico?
“Rechazada y Amada por el Alfa”
¿Alfa? ¿Cómo las letras del abecedario en latín? Por supuesto que me miento a mi misma buscando otro significado que no sea lo que me recuerda a "él" Abro con curiosidad el libro y lo que encuentro es aún más “exótico”
Esto es…
“Alfa que habla en tercera persona, omega sumisa y tonta, pareja destinada, rechazo, cambia formas, arrepentimiento, sexo, bla, bla, bla, más sexo, felices por siempre…”
Definitiva y absolutamente…
[Eres mía]
—Basura.
Vaya desperdicio de papel y recursos valiosos para publicar estos bodrios que osan llamarse literatura.
¿Qué tiene de lindo un “Alfa” que trata a la protagonista así? Como si fuera su perro, hablando en tercera persona, un cretino que se siente lo más importante del mundo. Asqueroso, por alguna razón esas palabras me dejan un sabor amargo en la lengua y siento ganas de vomitar. Me irrita, como si las hubiera escuchado antes.
—Definitivamente eso del romance no es algo para mí— Digo regresando el libro en sus manos antes de arrancar las páginas y tirarlo al bote de basura— Por cierto, la gente dice “Romance” pero el verdadero romántico no es algo bonito, es obsesión, depresión y muerte.
—Algún día no te importará si es romance o no mientras sea cochino, que por cierto romance también viene de los romanos---
— ¡Jamás! ¡Puedes darlo por seguro, Sarah! ¡Nunca voy a interesarme por esos simios de cromañón que llaman hombres! ¡Mucho menos esos que son como lobos! ¡Solo me gusta como son sus cuerpos visualmente pero todos están podridos por dentro!
Sarah se ríe mientras asegura que todo puede cambiar cuando se tiene apenas 17 años de edad. Si tan solo supiera que a mis 24 años todo eso cambiaría para mí pues conocería al peor y más majestuoso lobo de todos…
-----
Siento caer algo húmedo pero cálido en mi oído.
Poco a poco comienzo a despertar de lo que parece un sueño demasiado largo. Limpio con mi mano mi oído y llevo mi mano a mi rostro.
Cuando abro los ojos me estiro esperando encontrar su lugar nuevamente vacío. Para mí sorpresa, mi mano ha tocado el relieve sólido de un cuerpo masculino justo frente a mí. Sonrío, acaricio su cabello, sus facciones me parecen demasiado familiares. No, aunque lo basé en mi jefe como el protagonista, estoy segura que no es eso lo que me parece haber visto hace mucho tiempo.
Ahí está, un majestuoso lobo con apariencia humana.
—Si lo veo más de cerca se parece un poco a ese niño…
De inmediato me percato de la estupidez que acabo de decir y niego con la cabeza ¿Cómo pude comparar a Ery, quien es tierno y expresivo, con ese simio que se creía un lobo? ¡No, Ery es mucho más educado que ese niño lobo del infierno! ¡En todo caso él se parece más a….!
—enza….
De inmediato volteo a verlo, él se comienza a retorcer y llama mi nombre con desesperación.
—No te vayas… ¡Cadenza!
Sacudo su cuerpo un poco pero él no despierta, en su lugar continúa gritando.
Parece que tiene un mal sueño, tomo su mano con cuidado y acaricio su cabeza suavemente “Todo está bien, Terrence” le digo con un delicado susurro. Tal vez sueña con su madre o también con su abuelo, quisiera aliviar su dolor de alguna forma…
De mis manos sale una luz cálida y Ery respira con más tranquilidad, puedo sentir como ese calor extraño pasa hasta mis dedos y se deposita sobre su pecho y frente.
Él me toma de la mano y abre sus ojos, Dios…esos ojos como el cielo nocturno son demasiado bonitos, pero es su sonrisa lo que me hace sentir caliente en mis mejillas.
—Despertaste antes, cariño—Me dice besando el dorso de mi mano que lleva hasta su sien y se restriega contra ella.
Primero siento el calor ardiendo en mi mejilla, este recorre por todo mi cuerpo hasta regresar al punto de inicio, sonrió, es un esbozo en mis labios muy leve porque aparenta un enorme perro manso. Parece tan inofensivo cuando me mira así y no puedo evitar tocar sus cejas con mi otra mano.
—Tenía que despertar, esposo—Digo sin dejar de acariciar la forma de su ceja con mi dedo índice, peinando cada cabello.
Y por un momento, aunque fuera breve, no pienso en nada más que en lo mucho que me gusta cuando me sonríe de esa forma. Creí que no podrían volver a gustarme los lobos pero me mentí a mi misma, aún me gustan mucho. Cierro mis ojos, inhalo ese olor delicioso como el mar y dejo que me lleve entre las olas hasta sus labios.
"Eden" ese era el nombre por el que llamaban al niño mayor que Cady recuerda más como un bully que su primer flechazo infantil. Ella desconoce completamente que ese infernal niño crecería para ser aun más fuerte y poderoso, mucho menos tiene idea de que se trata de su mismo jefe y que de alguna forma Galia, la madre de Eardwulf había logrado que su hijo pudiera encontrarse antes con Cady y que, lamentablemente, terminó arruinando completamente aquella oportunidad. En el cuarto y último acto de "Infierno-Eden" El escenario presenta la segunda parte desde la mira del verdadero lobo.







