Capitulo 6

Cuando Kael salió de la habitación, la puerta se cerró con un golpe sordo. El eco de su partida retumbó en las paredes, dejándome sola en la habitación con Theron. Mi corazón aún latía a un ritmo acelerado, pero no por la emoción que había sentido en el encuentro con Kael, sino por lo que sucedió antes de que cayera. Mi mente aún estaba abrumada por la tensión, por la cercanía de Theron. Pero no podía quedarme allí, enfrentando una situación tan incómoda.

Theron se quedó allí, inmóvil, observándome como si estuviera esperando una reacción que, al parecer, no llegaba. Pero antes de que pudiera levantarme, él rompió el silencio.

"No quiero ser tu compañero" dijo en un tono tan claro y directo que me hizo detenerme en seco.

No era una sorpresa, pero el escuchar esas palabras de su boca me hizo sentir aún más incómoda, dolida y con un vacío muy profundo que solo emanaba dolor. ¿Por qué me lo decía con tanta frialdad? ¿Es que no había manera de evitar esto? ¿Por qué tenía que ser yo la que me sintiera atrapada?

Me giré para enfrentarlo. Él se mantenía firme, sin darme ni un atisbo de ternura ni de compasión. No quería ni acercarse. Y con sus palabras, me hizo sentir como si mi presencia no fuera más que una molestia.

"Entonces no lo seas" respondí, sin poder evitar la irritación que se asomó en mi voz.

"No me lo tienes que decir, no me interesa. Yo no pedí que fueras mi compañero. No pedí que estuvieras en mi vida."

La incomodidad se apoderó de mí en cuanto lo dije. Estaba tan cansada de las emociones encontradas, de la frustración de no saber qué estaba pasando entre nosotros. Estaba harta de todo esto, harta de ser la protagonista de una historia que no había escrito.

Theron me miró durante un largo rato, como si intentara entender algo. Pero no dijo nada. En su mirada había algo que me confundió aún más, un choque de emociones que no supe identificar. A pesar de la distancia entre nosotros, sentí como si un fuego invisible se encendiera en su interior. No era un fuego de rabia, pero sí algo tan intenso que no podía ignorar.

"Lo lamento, Agatha" continuó, y su voz sonó cortante. "No quiero esto. No quiero ser tu compañero. Y no es que no pueda aceptarlo, es que no lo voy a hacer. Mi madre y tu padre nos metieron en esta historia, pero eso no significa que tenga que ser parte de ella, lo que sucedió fue un simple error".

Esas palabras me dejaron completamente desarmada. Si alguien me había dicho que en algún momento Theron se comportaría de esta manera, no lo habría creído. Pero ahí estaba él, delante de mí, mostrándome una parte de su ser que hasta ese momento había estado oculta.

No pude decir nada más. Mi cuerpo estaba lleno de furia y desdén, pero no sabía cómo expresarlo de manera coherente. ¿Por qué estaba tan enojada? ¿Por qué no podía simplemente apartarlo de mi vida? Pero la verdad era que, al menos en ese momento, no podía. Estaba atrapada.

"Está bien" respondí finalmente, en un susurro de resignación. "Haz lo que quieras. Yo no te obligo a nada."

No era lo que quería decir, pero las palabras salieron solas, como si fueran las únicas que pudieran liberar la tensión entre nosotros. Sin esperar respuesta, me di media vuelta mirando hacia la ventana, buscando distraerme de los pensamientos que me consumían.

La tarde avanzó lentamente, y aunque intenté concentrarme en mis actividades, mi mente no dejaba de dar vueltas a la conversación que acababa de tener con Theron.

Él estaba claro en lo que quería, y yo también lo estaba. Pero no era tan fácil, ¿verdad? Al menos yo no lo sentía así.

La cena llegó rápido, y mi estómago empezó a protestar, recordándome que había pasado mucho tiempo sin comer. Al bajar las escaleras, me di cuenta de que la casa seguía envuelta en la misma indiferencia que había sentido toda la tarde. No había señales de que alguien se hubiera interesado en mí.

A medida que llegaba al comedor, pude ver a mis hermanastros sentados, charlando entre ellos. Nadie me miraba, nadie me hablaba. Solo sus risas y murmullos llenaban el espacio, mientras yo permanecía en un rincón, invisible. No esperaba que se preocuparan por mí, pero, por lo menos, un saludo o una pequeña cortesía hubiera sido lo mínimo.

Con un suspiro, me acerqué a la mesa, tratando de no hacer caso de las miradas fugaces que me dedicaban. Intenté colocar mi silla, pero en mi apuro, no la coloqué correctamente. Al intentarlo, la silla se deslizó hacia atrás y, antes de que pudiera reaccionar, caí de lleno sobre el suelo, golpeando mi trasero con un estruendo que resonó en todo el comedor. Un calor vergonzoso me subió por las mejillas, y no pude evitar un sollozo que escapó de mis labios.

"¿Estás bien?" preguntó Rowan, levantándose rápidamente, pero su tono no sonaba preocupado. Era más bien una mezcla de desconcierto y un poco de diversión contenida.

Darion, por su parte, también se levantó, pero su expresión era más seria. Como si realmente se preocupase por el golpe. Sin embargo, en su mirada no había la calidez que uno esperaría en esos momentos.

No necesité que me ayudaran, así que me levanté rápidamente, el dolor de mi trasero apenas disimulaba el resentimiento que sentía.

"No necesito que me ayuden" espeté, mi voz impregnada de sarcasmo.

"Gracias por la "caballerosidad" de abrirme la silla. Muy amables, de verdad."

Mi tono no dejó lugar a dudas: estaba molesta, y no me iba a callar. Estaba cansada de que todos me trataran como si fuera invisible, de que nadie siquiera se tomara la molestia de ser amables. ¿Era mucho pedir que alguien fuera educado?

Nadie respondió. No hubo excusas ni intentos de disimular el desconcierto. Solo un silencio incómodo que se coló entre nosotros. Yo, por mi parte, me senté en la silla más alejada, cruzando los brazos y mirando a mi alrededor con desdén. El aire estaba denso, cargado de una tensión que no parecía irse.

Me dirigí a la silla más alejada, sin querer mirar a nadie, y me senté con una mezcla de vergüenza y enfado. Mi cuerpo estaba tensado, pero mi orgullo, aunque herido, no iba a dejar que se notara. Cruce los brazos con firmeza, evitando el contacto visual, mientras observaba la mesa con desdén. Un calor aún me subía por las mejillas, pero me negaba a darle el gusto a alguien de que me sintiera mal por eso.

Fue entonces cuando Edrik, rompió el silencio. Primero, su risa fue débil, una especie de titubeo que claramente intentaba controlar. Pero poco a poco la risa creció en volumen, hasta que se convirtió en un estruendoso estallido que no podía ignorar. Yo lo miré, molesta pero sorprendida por la falta de compasión. ¿Acaso se estaba riendo de mí? Eso fue lo que me hizo enrojecer aún más.

"¡Oh, por los dioses, esa sí que fue buena!" Exclamó Edrik, aún riendo entre dientes.

"No puedo creerlo. ¡Te caíste de la silla como si fueras un saco de papas!" Sus hermanos lo miraron incómodos. Rowan frunció el ceño, como si no estuviera seguro de si debía reír o callarse, mientras Darion, el más serio, se limitó a mirar con una ligera sonrisa en su rostro.

"Edrik, eso no es gracioso" dijo Rowan, mirando a su hermano con una mezcla de desaprobación y un toque de diversión. "No te rías tanto, podría ser peor si lo piensas." Pero Edrik no dejaba de reír. "¡Oh, vamos, Rowan! Si no te ríes de esto, ¿qué vas a hacer? ¿Terminar cayendo tú también?" respondió Edrik entre risas. Casi me daban ganas de reírme también, aunque me costaba aceptar que me estaba divirtiendo.

Mi coraje comenzó a desvanecerse poco a poco, gracias a la forma tan absurda en la que Edrik relataba lo sucedido. En lugar de estar furiosa, me encontraba pensando en cómo narraba mi caída. La descripción tan exagerada, casi como si hubiera hecho un truco de magia, me hizo perder parte de la tensión que había acumulado.

"¡Y entonces, cuando Agatha empezó a caer, lo primero que hizo fue... Intentar saltar, literalmente, ¡como un saco de patatas que no sabe qué hacer!" dijo Edrik entre carcajadas, mientras sus hermanos finalmente se soltaron, algunos riendo también a pesar de la incomodidad inicial.

"Bueno, Agatha, si te caíste como un saco de patatas, ¿acaso te dio miedo que te cocinaran después?" bromeó Darion, manteniendo la mirada fija en su plato, pero con una ligera sonrisa en su rostro. Yo no pude evitar reírme por lo bajo, a pesar de que todavía me sentía algo molesta. Mi rabia ya no tenía la misma fuerza, y la tensión en el aire comenzaba a desvanecerse. Edrik estaba logrando lo que parecía imposible: me estaba haciendo reír de la situación.

"¡Y cuando se levantó, parecía que el trasero le había dado más guerra que todo el día!" continuó Edrik, viendo que todos comenzaban a relajarse un poco. Mi rostro se puso aún más rojo, y no pude evitar taparme los ojos con una mano, aunque la risa se me escapó por los costados.

"Deja de hacerme quedar tan mal" le dije, intentando mantener mi tono serio, pero no pude evitar sonreír también. La cena continuó con varios chistes de Edrik, algunos de ellos dirigidos hacia mí, otros hacia sus propios hermanos, pero todos lograron que el ambiente se volviera más relajado. Incluso los que al principio parecían incómodos, como Theron y Rowan, se unieron a la risa.

La cena terminó siendo una de las más extrañas que había tenido. A pesar de la tensión inicial, el coraje que sentí por la caída desapareció por completo. Si algo bueno había salido de esa noche, era que al menos los hermanos estaban empezando a ser más... ¿Genuinos?. Y, aunque a veces su humor no me resultaba el más adecuado, por alguna razón no me molestaba tanto. Al final de la cena, Edrik me miró con una sonrisa traviesa.

"Prometido, Agatha, la próxima vez te ayudo a sentarte sin hacer que te caigas. Aunque, bueno, eso no quiere decir que no me ría de la próxima caída" dijo con un brillo pícaro en los ojos. No pude evitar reírme, resignada a que, tal vez, la risa de Edrik era lo que más necesitaba en ese momento.

"De acuerdo" respondí entre risas. "Pero solo si no vuelves a narrar mis caídas como si fueran un espectáculo de circo". Y así, aunque mi caída no fue la mejor manera de empezar la cena, de alguna forma, todos nos olvidamos de los roces anteriores.

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