EMILIA
La pregunta de Leonardo me tomó por sorpresa porque era verdad. Bishop Moon había nacido de mi necesidad por salir adelante sola, hacer lo que más me gusta con pasión, y de alguna manera vengarme de Brandon por el dolor al que me había expuesto.
— No lo sé, Leo. No lo he pensado y antes de responder a esa pregunta, creo que hay mucho más de qué hablar —. Evadí la pregunta por el momento, pero sabía que las cosas no se iban a quedar ahí.
— Bueno, si lo quieres hacer de esta manera, lo haremos, pero lo que tenemos que hablar va ligado a cierto hombre del que no quieres hablar.
— Vamos a lo primero. Prometo que vamos a tener esa conversación —. Le sonreí a mi amigo.
Con Leo cerca, el aire se sentía menos denso.
La tensión bajó, y el miedo, aunque seguía acechando en algún rincón, parecía menos amenazante bajo la luz de la lámpara de escritorio y la familiaridad de su presencia.
Estábamos sentados frente a la mesa, laptops abiertos, hojas impresas por todos lados. El contrato de