BRANDON
—Comunícame con Olivia Clark. Ahora.
Mi voz fue un filo frío con el tono exacto para que Renata no hiciera preguntas. Ella solo asintió con la cabeza desde la puerta de la oficina y salió con la eficiencia de quien sabe que su jefe está a punto de explotar.
Caminé hasta la ventana. El skyline de la ciudad no me calmaba. Todo lo contrario. Pensar que mientras yo intentaba reconstruir mi vida, mi empresa y la maldita relación con mi esposa, había alguien jugando con fuego, y lo hacía con mi nombre en la boca.
El teléfono de mi escritorio sonó una vez.
— Está en línea, señor —. Informó Renata al volver.
Tomé el auricular. No la saludé.
— Olivia —. Mi voz ronca sonó a amenaza.
— Brandon, qué gusto escucharte, cariño —. Su voz sonaba melosa, como si no se diera cuenta de que estaba a punto de meterse en la boca del lobo.
— Evita el tono seductor. No estoy para tus mier**das —. La paré en seco. La única mujer que me importaba era Emilia.
Silencio.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué me hablas