EMILIA
Fue un golpe de impresión ver que Brandon se había mudado a mi antigua habitación y la había dejado intacta. Quería odiarlo, desconfiar de él, y que siguiera siendo el mismo hijo de pu**ta que me había ignorado por completo. Al menos de esa manera me sería más fácil dejarlo atrás.
Pero desde que me había ido de su vida, él había estado haciendo todo lo posible por jalarme de vuelta a su lado. Lo peor de todo es que una parte de mí quería ceder, y otra estaba entrando en pánico porque no quería volver a ser una tonta que cae de nuevo en la misma cosa.
Me quedé de pie en el umbral. Era mi habitación, pero no lo era. Era de él, pero tampoco lo era. Éramos nosotros, tal vez por última vez.
— No te voy a tocar. . . A menos que quieras —. Estaba siendo cuidadoso y esa era una parte de él, de la cual siempre me había enamorado.
Esas palabras me hicieron tragar saliva con tanta fuerza que sentí el nudo hasta la base del cuello. Brandon se acomodó entre las sábanas como si de verdad f