EMILIA
Llegué a la casa y lo primero que hice fue ponerme cómoda para hacer la cena favorita de Brandon. Era la primera vez que cocinaría para los dos, en donde tenía la seguridad de que él llegaría para pasar tiempo conmigo.
Esa noche, el silencio en la casa tenía un tono distinto. No era el silencio frío del pasado, ese que me había acompañado durante años como una sombra. Este era un silencio contenido, como si las paredes supieran que algo estaba por revelarse.
La verdad es que estaba nerviosa por el encuentro que había tenido con Adam. Me incomodaba saber que el único hombre con el que estuve, aparte de mi esposo, fuera su mejor amigo.
Me puse con manos a la obra a cocinar la cena. Me encantaba hacerlo porque despertaba un sentimiento de calor familiar con el que siempre había soñado desde que era una niña.
La cocina olía a albahaca y ajo dorado. Me gustaba cocinar. Siempre me había parecido un acto de cuidado, de amor, pero esta vez, cada movimiento era una forma de intentar ca