BRANDON
Contentar a Emilia no sería tarea fácil. No después de todo lo que habíamos pasado, la indiferencia que tuve por ella, por un secreto aún más grande que solo ser la hija de la amante de mi papá. La quería jo**der y no soportaría verla lejos de mí de nuevo.
Me quedé allí, de pie, con la puerta cerrada en mis narices, una cena romántica arruinada, el corazón hecho pedazos, y sin el amor de mi vida.
No me iba a rendir, no después de todo lo que había avanzado con ella, porque la quería de vuelta en casa, y la quería como mía por completo.
Mis hombres estaban apostados en la calle, siguiendo instrucciones. No habían dejado de vigilar a mi esposa ni un solo instante, sin embargo, las fotografías seguían siendo un misterio.
— No se acerquen —. Le dije a uno de los muchachos en cuanto se acercó a mí, para ver que todo estuviera bien—. Solo vigilen. Si algo raro pasa, me avisan de inmediato.
— Claro que sí, señor Moretti —. Dijo el hombre antes de regresar a su lugar.
Me subí al coch