EMILIA (Relato del día de la boda)
Había sido de esas novias que aún creían en los cuentos de hadas. Aunque mi matrimonio con Brandon Moretti había sido arreglado, no pude evitar enamorarme. Lo ilógico no me importaba. Porque el corazón no mide acuerdos, mide latidos. Y el mío latía por él.
Siempre lo admiré. Por su porte, por su carisma, por esa imagen impecable de hombre altruista que ayudaba a los más vulnerables con una sonrisa sincera. Me enamoré desde la distancia, desde los titulares de revistas, desde los pasillos del colegio donde alguna vez coincidimos. Él era el soltero más codiciado del país. . . Y yo, simplemente, creí tener suerte de haber sido elegida para ser su esposa.
En el altar, nunca me miró directamente. Yo lo justifiqué. “Debe estar nervioso”, pensé. “Esto es nuevo para él también”. No teníamos historia juntos, ni una sola cita de por medio. Apenas un par de encuentros formales. Y aun así, mi pecho estaba repleto de sueños. Pensé que quizás, con el tiempo, aprend