BRANDON
Lucía radiante, tan jodi**damente radiante, que me había tomado la tercera copa de vino con la finalidad de no pensar en Emilia, pero mis ojos habían decidido mandarse solos y voltearla a ver cada dos segundos ¿Es que no pensaba voltearme a ver? ¿Estaba pintado? ¿O qué ca**rajos pasaba con Emilia?
Cada vez que sonreía, me reafirmaba que había pasado la página conmigo. Me reventaba el hígado verla en sociedad ¿Por qué sonreía con todos menos conmigo? Ella no tenía que reír con nadie más.
Una de las únicas veces en las que Emilia sonrió para mí, fue cuando le llene la casa de flores el día después de su cumpleaños.
*
Estaba en mi oficina terminando la última junta del día, cuando una notificación de mi G****e calendar me avisó que era cumpleaños de mi esposa.
Lo había tenido en mente, pero había decidido no llegar a casa para no tener que enfrentarme con el problema de invitarla a cenar. No había querido tener contacto alguno con ella.
No había asistido a propósito, ni le habí