La brisa helada de la madrugada golpeaba con fuerza, como si intentara advertirles de que lo peor aún estaba por venir. Agatha y Samer permanecían en silencio dentro del coche, estacionado estratégicamente en un callejón oscuro. Desde esa posición podían observar el edificio donde se llevaba a cabo la reunión clandestina, pero también estaban lo suficientemente lejos como para no ser detectados.
-¿Estás segura de que es aquí? -preguntó Samer, su voz apenas un murmullo, pero cargada de desconfianza.
Agatha asintió, aunque la incertidumbre seguía pesando sobre ella. Había llegado el momento de enfrentarse a una verdad que llevaba semanas gestándose en la penumbra. Sabían que, de no actuar con precisión, todo lo que habían trabajado para proteger podría desmoronarse en cuestión de segundos.
-Lo es -respondió ella con determinación -. Estuve siguiendo las pistas, conectando cada movimiento. Este lugar es clave, Samer. Aquí se esconde la respuesta que necesitamos.
El hombre giró levemente