Yusef estaba sentado en una silla en el centro de una pequeña habitación del refugio, sus manos atadas a la espalda. Frente a él, Samer lo observaba con una calma escalofriante, mientras Khaled permanecía cerca, vigilante.
—Habla, Yusef. ¿Para quién trabajas? —preguntó Samer con voz baja, pero cargada de autoridad.
El hombre levantó la mirada, sudando bajo la presión.
—No entiendes… no tenía opción.
Samer cruzó los brazos, sin apartar la mirada.
—Siempre hay una opción. Decidiste traicionarnos.
—¡No sabes lo que Mansoor es capaz de hacer! —gritó Yusef, su voz quebrándose.
Khaled avanzó un paso, con el ceño fruncido.
—¿Qué hizo Mansoor?
Yusef suspiró, derrotado.
—Amenazó a mi familia. Si no le ayudaba, los mataría. No podía arriesgarme.
Samer permaneció en silencio por un momento, analizando sus palabras.
—¿Qué información le diste?
—Los movimientos del convoy, los puntos de reunión… y el mapa del refugio —admitió Yusef con dificultad.
Khaled maldijo por lo bajo, mientras Samer respira