El aire era denso alrededor de la mansión. Mientras Amir y Agatha revisaban las cámaras en busca de movimientos inusuales, un extraño zumbido interrumpió el silencio en la sala de monitoreo.
—¿Qué es eso? —preguntó Agatha, inclinándose hacia la pantalla.
Amir frunció el ceño, escribiendo rápidamente comandos en el teclado.
—Es una interferencia... alguien está intentando hackear nuestro sistema.
Agatha sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Es Jaber?
—Probablemente. Pero no se preocupen, nuestro firewall es robusto —respondió Amir, aunque su tono no era del todo convincente.
Las cámaras comenzaron a parpadear y, por unos segundos, todo se quedó en negro. Agatha se aferró al borde de la mesa mientras Amir trabajaba frenéticamente para restablecer la conexión.
—¡Lo tengo! —exclamó Amir aliviado, justo cuando las imágenes regresaron a las pantallas.
Pero lo que vieron les heló la sangre. Tres figuras vestidas de negro se movían sigilosamente cerca del perímetro sur, esquivando las cá