Tras su pregunta, el sacerdote clavó sus ojos en Zeth, quien, con suavidad, apretó la mano de Anna.
―Lo estoy ―
― ¿Y usted? ―le preguntó Landon a Anna
―Lo estoy… ―dijo Anna ignorando los deseos que sentía por escapar de aquel lugar
― ¿Están decididos a llegar hasta el final de esta ceremonia a sabiendas de que, una vez concluida, ambos serán uno por el resto de la eternidad? ―
―Lo estamos ―dijeron ambos al mismo tiempo
―Siendo así, con la bendición de nuestra sagrada diosa, procedo con esta ceremonia ―dijo Landon sonriéndoles con amabilidad
Cuando el sacerdote comenzó a recitar una hermosa oración en honor a la diosa, Anna no pudo más y cerró sus ojos para tratar de centrarse en las palabras de aquel hombre, sin embargo, apenas y podía escucharlo, pues los latidos de su corazón eran demasiado fuertes.
Ya no había vuelta atrás, al terminar aquella ceremonia, ella y Zeth serían compañeros y nadie había podido evitarlo, ni si quiera su propio compañero, a quien ella había podido jurar qu