Capítulo 1.2: Perseguidos.
Irritado, Alastor clavó su mirada en los lobos, los cuales, extrañamente, no se movían de su lugar ni lo atacaban.
“Sin dudas, Alastor” ―le gruñó Aníketos ― “No tenemos que hacerlo solos”
― ¡Bien! Esto es lo que haremos ―exclamó antes de girarse a sus seguidores ―Dante, tú vienes conmigo, tú y yo iremos por esos dos ―
―Cómo digas alfa ―dijo Dante acercándose a él con cautela
―Espera, ¿vas a arriesgar la vida del compañero de tu hija? ―preguntó Paimon
―Precisamente porque es el compañero de mi hija es que le confío esto ―dijo Alastor antes de dirigirse a Svein ―Tú y Leben busquen una forma de salir de aquí ―
―A sus órdenes ―dijeron ambos
― ¿De verdad? ¿Tus soldados más experimentados? ―preguntó Paimon fingiendo decepción, lo que casi hace dudar a Alastor
―También son los que mejor conocen el palacio, seguramente encontrarán alguna salida en menos tiempo que cualquier otro ―
Ante la primer sonrisa sincera del demonio, Alastor suspiró.
Había tomado las decisiones correctas.
― ¿Sabes? Cas