31. Un rostro del pasado
El frío de la noche golpea mi rostro cuando salgo del edificio, pero apenas lo siento.
Mi mente está en un solo lugar.
Lena.
Corro. No importa si tropiezo o si el alcohol aún entorpece mis sentidos. Solo sé que tengo que llegar.
La voz en el teléfono no dio muchos detalles, solo una dirección y la promesa de que era urgente.
Y eso es suficiente para que la desesperación me carcoma por dentro.
Lena…
¿Qué está pasando?
¿Por qué esta persona tiene información sobre ella?
Y, lo más importante…
¿Por qué su voz me resultó tan familiar?
El viaje en taxi es un infierno.
Cada semáforo en rojo es una maldición.
Cada segundo perdido me envenena el pecho.
Cuando finalmente llego, salgo del auto sin esperar el cambio.
El lugar es un viejo bar en un callejón estrecho, uno de esos donde la música suena más fuerte de lo que debería y las paredes apestan a tabaco y desesperanza.
Mi corazón golpea contra mis costillas mientras busco con la mirada.
Hasta que lo veo.
El tipo está sentado en una de las me