68. EL HIJO DE ANTONI MASH.
Las dos mujeres se habían adelantado para guiar a los hombres que las ayudaban con las maletas. Verónica y Helena lucían como cualquier persona rica llegando a la ciudad.
— Aquí suban todo, por favor —dijo Verónica a aquellos extraños hombres que mantuvieron todo el tiempo la cabeza baja.
Helena y Verónica se miraron con extrañeza. Se miraron entre ellas para saber si había algo mal.
— Subiré al bebé, para acomodarlo en su silla —avisó Helena— Ya quiere dormir.
— Adelante, antes de que el pequeño Mikkel comience com su característico llanto —respondió en broma Verónica.
Justo delante de ella, a unos cuántos metros el auto de Alessio había estacionado minutos antes. Pero ninguna de las dos mujeres sabía de aquel inminente peligro.
Alessio entró al aeropuerto mirando a todos lados, pareciendo loco y llamando la atención de todas las personas. Alexander lo dejó y caminó a las salas privadas, donde sale las personas importante, allí fue donde lo vió.
Alexander caminó