60. LA NUEVA VIDA.
El vuelo a Francia tomaría unas horas. Helena y su nene, se habían dormido casi una hora después del vuelo. Al pequeño Mikkel parecía haberle gustado estar en el cielo.
Antoni «Dominico» se sentía ansioso, observando a la razón de sus desvelos. Notaba que Verónica estaba dolida, por la bajeza que Alexander había cometido, pero eso igual lo alegraba. Si eso no hubiese sucedido, el jamás estaría llevando a Verónica a su país de origen.
Antoni se levantó con un vaso de agua entre las manos, haciendo sus pasos silenciosos, para no despertar a aquel bebé;
— ¿Cómo te sientes? —preguntó este, entregando el vaso de agua.
— Me siento bien, bien a secas. Demostré mi inocencia, con eso me basta —Verónica no dejó de ver el cielo por la ventana.
— ¿No lo odias? Yo no sé que haría si me sucediera algo parecido. Las traiciones son dolorosas dependiendo de quien vengan.
— No sé, mis sentimientos ahora mismo están confusos —Verónica suspiró— Lo amaba hace una semana, aún cuando me detuvier