44. LOS ENEMIGOS PERDIERON.
Ana Bell se disponía a lavar. Su cárcel especial para mujeres, decidía obligar a cada persona a hacer un trabajo para la comunidad. En su caso, era lavar la ropa.
La lavandería contaba con una televisión que solo anunciaba las noticias locales. Ana Bell escuchaba todos los días, con la esperanza de ver a Alexander.
Había pasado tanto tiempo, que no sabía exactamente cuandos días tenía de no verlo. Hasta esa mañana.
"Los acuerdos de Alexander Dixon han cambiado. Le grupo que mayor cantidad de trabajo y dinero aporta al estado, país, al mundo, ha dado declaraciones de los cambios hechos este último mes"
Una imagen de Alexander apareció en la televisión, donde parecía caminar al edificio donde tiene su sede en la ciudad. Todo iba bien, hasta que «ella» apareció.
Caminado a su lado comp su esposa, Verónica lucia un vestido entallado en azul Marino. Como toda una esposa de un magnate.
— Esa mujer no eres tú —Ana se imaginó escuchar la voz de su madre— Ella es inteligente,