Tan enfermo… pero tan besucón.
Scarlet se quedó congelada. Su garganta se secó de inmediato.
Ese lugar... el último piso era el mismo que vio en aquel sueño erótico con Derek.
—¿Por qué estás tan roja de repente? —preguntó Derek con tono travieso, estirando la mano para acariciarle la mejilla.
Ella dio un respingo y se apartó, incómoda.
—¿Por qué el CEO hace regalos tan caros, ah? —espetó, cruzándose de brazos.
Justo entonces, Derek frunció el ceño con fuerza y se llevó una mano al pecho.
Un hilo de sangre le manchó la comisura de los labios.
—¡Derek! —exclamó Scarlet, alarmada—. ¿Qué te pasa?
—¿¡Qué demonios…!? —murmuró Zhana, acercándose a toda prisa.
Scarlet lo arrastró como pudo hacia el sofá.
Derek se desplomó, con los ojos entrecerrados, y pálido… pero con una sonrisa apenas visible.
Lioran dio un paso adelante, pero sin perder la calma.
#Supremo, ¿qué ocurre?#
#Hoy es el cambio lunar… Ayer usé demasiada energía. Peleé con vampiros, reforcé la barrera y… sané la cicatriz de Scarlet. Si descanso, estaré bien#