Secuestro laboral y nalgadas corporativas.

Sin mirar siquiera a Leo, fue directo a Scarlet, la levantó del sillón con una seguridad abrumadora y le plantó un beso tan intenso, tan caliente, tan lleno de poder… que Leo sintió cómo su dignidad se evaporaba.

Se levantó lentamente, derrotado, y salió en silencio. Lo único que dejó tras de sí fue un patético bufido y el aroma agrio de la vergüenza.

—Leo, desde este momento quedas fuera del equipo de desarrollo de fármacos. No estás capacitado para eso —le soltó Scarlet sin piedad, justo antes de que él pudiera escabullirse—. A partir de hoy, asistirás a Zhana.

—¿Zhana? —repitió Leo con un hilo de voz, sintiendo cómo su alma abandonaba su cuerpo lentamente. Estaba frito. Que Zhana fuera su jefa inmediata no era solo una humillación… era una pesadilla con tacones.

Pero no se atrevió a refutar. Era eso o volverse probador de sueros para la calvicie experimental.

Derek, que había presenciado todo desde su lugar, desvió la atención de Scarlet tomándola por el mentón con firmeza.

—Deja d
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