El alfa marca territorio.
Con la mano temblorosa sobre el pomo dorado de la puerta que decía "Directora Ejecutiva", Scarlet aún no podía creerlo. ¿En qué momento su vida había dado ese giro tan radical? Hasta el olor del barniz le parecía más caro.
Tragó saliva, se alisó el cabello y empujó la puerta, todavía dudando que ese despacho fuera realmente suyo.
Apenas la abrió, una lluvia de confeti le cayó encima como una explosión de colores, y un chillido agudo le perforó el oído izquierdo.
—¡Amigaaaaa, felicidades! —gritó Zhana, con los brazos en alto y un gorrito de fiesta que decía “Boss Bitch”.
Scarlet soltó un grito ahogado y se cubrió la cabeza, aturdida por el estruendo y la sorpresa. Luego, al ver la cara eufórica de Zhana, no pudo evitar reír.
—Eres una loca, pero te amo —dijo con el pecho cálido—. No sé qué haría sin ti, Zhana. En serio.
—Lo sé, lo sé… soy lo mejor que te ha pasado desde las planchas alisadoras —respondió Zhana con una sonrisa burlona.
Se acercó para abrazarla, pero se detuvo en seco al