Reiden y su decisión imposible.
En ese mismo instante, en otro lado de la manada, Reiden se resistía, no quería aceptar que todo estaba perdido, pero la realidad era otra.
Por más sangre que le diera a Zhanna, su herida era mortal para un humano, pero también mortal para un lobo.
—Es hora de que te despidas —musitó el antiguo sanador de la manada—. La luna ha despertado; ella querrá despedirse también de su amiga. Solo debemos informar al supremo y que ellos dispongan de los arreglos para ella. Las costumbres de los humanos no son iguales a las de nosotros, los lobos.
Reiden giró la cabeza con tanta rabia que su lobo bramó en su pecho.
—Ella no ha muerto… Tampoco lo hará, y no… no es una simple humana, es mi mate.
—Pero no la ha marcado, señor… —dijo el médico.
—¡Eso es lo que debía hacer desde un principio! La marca la salvará. Nos salvará. —Reiden apretó los dientes.
—Muchacho, aunque el vínculo licántropo es muy poderoso, requiere de un mínimo de preparación; ¿cómo marcarás a esta muchacha si está entre la vida y