A la mañana siguiente, Paola despertó cuando sintió que le acariciaban el cabello.

Abrió los ojos y vio a Lioran sentado junto a ella en la cama, la miraba de esa manera que jamás había visto en nadie al mirarla.

No solo la observaba con amor, en su mirada había anhelo, tristeza.

Paola frunció el ceño y entonces pensó que no era posible ver esos sentimientos en la mirada de la gente, al menos no con la seguridad que ella sentía.

Tenía que ser otra cosa… Esa conexión a él que la asustaba.

—No saliste de la habitación. Te dije que te arreglaras y, en cambio, te quedaste dormida —le dijo Lioran con curiosidad.

—Es que la noche anterior no dormí nada.

Lioran frunció el ceño.

—Te ofrecí irte, y, en cambio, te dormiste. ¿No será que ahora sabes que estás segura aquí?

Paola pasó las manos por su cabello y desvió la mirada.

—No quise salir, tú estabas ocupado y no me apetecía ver a Scarlet enferma… O romper otra cosa si no me vigilabas.

—Nadie se meterá contigo Paola, eres mi mate, y aunque n