Lucha por la Virginal.
—No todos somos infieles, Leo —respondió Scarlet, tratando de no quebrarse—. No busques compañeros de pecado donde no los hay. Derek y yo solo somos conocidos. Y si fuera su mujer… tampoco tendrías derecho a reclamarme nada. Por favor, vete. No pierdas tu tiempo.
En el fondo, Scarlet pensaba en esa noche en la que, por un segundo, esperó que Leo la siguiera… y aunque sabía que era un error, estuvo dispuesta a darle una oportunidad.
¡Qué estúpida había sido!
Leo respiró hondo, como si intentara no armar una escena.
—Scarlet… deja el orgullo. Sé que estás dolida. Todo lo que me dices es solo para herirme, pero lo entiendo. Sin embargo, nos quedan pocos días. Podemos arreglar esto. Aléjate de ese hombre. No me gusta cómo te mira. Y si pasó algo entre ustedes… —echó una mirada cargada de rabia a la bata de seda que Scarlet llevaba puesta—. Te perdono. Todos cometemos errores. Olvidemos los tropiezos y sigamos con nuestros planes de futuro.
Intentó tomarle la mano izquierda para colocarle