Encuentro con el infiel.
A la mañana siguiente, con las ojeras de panda marcadas bajo los ojos, Scarlet cruzó el pasillo central del laboratorio con pasos rápidos.
Llevaba la bata mal abrochada y los lentes deslizados a media nariz.
Tenía el corazón agitado… y no solo por el café que había tomado a toda prisa, sino por la larga noche que pasó junto a Zhana, que no dejaba de repetir que aquel lobo volvería.
—Scarlet —la voz de Leo la detuvo en seco.
Ella giró la cabeza, encontrándolo apoyado contra la puerta de la sala de descontaminación, con los brazos cruzados, el ceño fruncido y esa expresión que usaba cada vez que quería parecer herido… aunque solo destilaba orgullo.
—Te llamé anoche. Toda la noche.
Ella lo miró con frialdad, sujetando con fuerza su carpeta.
—Te dignaste recién anoche. Porque después de la humillación que me hiciste pasar frente a todos, no volviste a llamarme una sola vez.
Leo dio un paso hacia ella, alzando las manos como si fuera a tomarle los hombros, pero Scarlet retrocedió.
Él bajó