24 horas de dolor.
Selene caminó con la frente en alto hacia el salón ancestral.
Antes de llegar allí, Derek la esperaba, regio y poderoso, tomando la mano de Scarlet con fuerza, dándole el lugar que se merecía como su única luna y esposa.
Selene paró frente a ellos.
—De rodillas —dijo Derek, mirándola a los ojos.
El peso sobre Selene era como si tratara de aguantar el mundo; cayó de rodillas y bajó la cabeza.
—Supremo —dijo, y cada sílaba le supo a hiel.
—Te presento a tu luna —declaró Derek, como si solo a ella tuviera que aclarárselo—. A partir de mañana, al atardecer, Scarlet será reconocida por el Consejo como mi pareja destinada, y por la manada como su única Luna Suprema. Tu tiempo como luna sustituta ha terminado.
Selene apretó los puños, pero no levantó la mirada; no podía ni siquiera ver de frente a Derek, que ejercía todo su poder supremo.
El alfa continuó:
—Tu arrogancia ha mancillado tu deber sagrado. Has humillado a quien aún no entiende nuestras costumbres, pero que lleva en su alma la ma