La mayoría de los libros que he leído inician con la típica escena donde la chica se despierta, los rayos de sol entran por la ventana, ella bosteza y abre sus ojos. Luego describe meticulosamente su perfecta habitación. Su cabello sedoso y mágico siempre se le acomoda en ondas maravillosas, su madre la llama para desayunar y menciona que tiene un hermano comprensivo y amable que la lleva a clases cada día.
¡Para nada!
Eso es meramente ficción y tampoco va con mi vida. No tengo nada que ver con un libro de los que me regala papá, en el que todo es romance y flores. Donde la chica se enamora de un desconocido que es perfecto y el amor triunfa.
Esto es la vida real, que para nada se parece a la ficción. Los cuentos con finales felices y príncipes azules solo sirven para idealizar una vida perfecta que nunca conseguiremos tener, para crearnos aspiraciones que por mucho que luchemos nunca podremos conseguir.
Mi historia no comienza con ese mágico amanecer, en absoluto, comienza con la peor borrachera de mi vida.
—¡Qué me voy a ir! —grito dramáticamente y Livia se lleva una mano a la cabeza para negar riendo, el camarero me mira como si estuviera loca y yo me levanto tambaleándome un poco—. ¡Me voy a la Conchinchina, a una escuela de pijos!
Beber whiskey me ha sentado muy mal, no controlo lo que sale por mi boca, estoy muy borracha y en este estado soy un maldito desastre. Esta es una de las peores noches de mi vida.
Mis queridos padres me han dado la que he bautizado como la peor noticia de mi vida, y he decido beber hasta perder la conciencia. Tal vez para muchos sería algo genial, pero para mí esto significa un horrible sacrificio y estaría dispuesta a todo por no tener que cumplir sus órdenes y hacer lo que quiera con mi vida.
—Estás muy borracha, Eva, mejor deja que Livia te lleve a casa. —Mi recién nombrado ex novio me toma de la mano y se la arrebato de un tirón.
Estamos en uno de los bares de la ciudad, mis amigos organizaron una pequeña reunión para despedirme puesto que mañana me marcho a ese lugar cuyo nombre no logro pronunciar en este estado de embriaguez. Livia está triste por mi partida, es mi mejor amiga desde los siete años, los demás van a olvidarse de mí en cuanto lleguen a sus casas. Sobre todo mi novio desde hace dos años, quien me acaba de dejar hace unos minutos, como si nos conociésemos desde hace tres días y no llevásemos dos años compartiendo saliva.
—Este es mi último día con mis amigos —digo alargando la "o" y tomando la botella en mis manos—, los voy a extrañar idiotas, han sido unos pésimos amigos, excepto Liv, claro, pero igual voy a extrañarlos.
Todos ríen y yo me dispongo a marcharme con la cabeza en alto. Me iré lejos, pero dejaré todo un incendio a mi paso.
No soy tonta, en esta mesa mi única amiga es Livia, los demás son un grupo de interesados que se acercan a mí por mi apellido y por pertenecer a una de las familias más influyentes de la ciudad, después de todo, los Toscano, son dueños de gran parte de los negocios de aquí.
—Nos veremos en las vacaciones Eva —añade Raisha con su mirada dulce, sin duda era buena fingiendo ser amable.
—Shh. —La mando a callar y todos se burlan—. Espero que para ese tiempo no sigas follándote a Drek porque Stella se va a enterar.
Raisha es una zorra que se acuesta con el novio de su mejor amiga, los he pillado muchísimas veces en la biblioteca de la universidad metiéndose mano. Stella es una buena chica y está demasiado enamorada del imbécil de su novio, así que mi acto de caridad antes de marcharme es sacarla de esa burbuja. Livia se pone de pie y me tapa la boca, Stella mira a Drek con cara de pocos amigos y Miss zorra pone cara de terror. Suelto un hipo y cómo puedo quito la mano de Liv de mi boca.
—Que arda Troya, bebés. —Los miro a todos riendo, al instante Stella se pone de pie para marcharse y Drek va tras ella. Creo que acabo de destruir una relación.
A mi lado mi flamante ex novio me dedica una mirada molesta con intención de intimidarme, y en respuesta, le saco la lengua y me río.
—¿Qué crees qué haces? —me pregunta enojado.
—¡Joel, tú ni me hables! —Lo señalo con el dedo—. Lis rilicionis a distincia ni fincionin —balbuceo en una mueca— ¡Me valen tres hectáreas de m****a tus excusas baratas!
Me duele bastante, llevo toda la noche con una sensación de opresión en el pecho y haciendo todo lo posible para no mirarlo, no hablarle. El alcohol fue la mejor opción para alejar las lágrimas y dejar mi lado perra afuera. Tenía la ligera esperanza de que pudiéramoscontinuar con nuestra relación a distancia y él podía ir a visitarme a la Conchinchina. No pretendía rendirme, y que haya sido él quien tomó la decisión, solo me confirmó lo que estuve pensando todo este tiempo: no me ama.
Livia me agarra del brazo y me hace caminar fuera de la mesa. Me siento como la m****a y estoy haciendo el intento de controlar mi llanto.
Tengo que irme de casa hacia un sitio desconocido, mi vida aquí no es perfecta, pero joder, soy feliz y la idea de comenzar desde cero me aterra.
—Basta Eva, estás diciendo cosas que no sientes, nos vamos.
—Que conste. —Pongo voz dramática, me seco mis lágrimas imaginarias y el hipo provoca que haga una pausa—. Que los quiero mucho a todos. —Lanzo besos al aire—. ¡Menos a ti! —recalco, enseñándole el dedo medio a mi ex.
«¡Dios! ¿Cómo pude durar tanto con alguien como él?».
—Solo quedan él y Raisha —me dice Liv riendo.
—¡Ah! Olvídenlo, no quiero a ninguno.
Dicho esto ambas caminamos fuera del bar, Livia me lleva agarrada de la cintura puesto que me voy para los lados. El bar me da vueltas y todo lo que hago es reír mientras jugueteo con las trenzas de mi mejor amiga.
—Espera aquí ¿vale? —me indica y asiento—. Voy a por un taxi.
Livia está tardando demasiado.
«¿Y si pido un taxi yo misma?».
¡Uy! Allí hay un coche.
—Hola, ¿necesitas ayuda...?
—No, no soy de aquí bonita...
—¿Segura que quieres que te lleve allí...?
Y procedo a crear una laguna mental.
Me pregunto quién fue ese chico y como llegué sana y salva a mi cama esa noche, después de haberme marchado borracha con un completo desconocido.
Mi vida no volvió a ser la misma; cambios, secretos, mentiras y un mundo completamente desconocido llegaron para enseñarme que algunas veces es necesario caer en lo profundo para volver a levantarse con mucha más fuerza.