Una semana después,
—¿Crees que el tío Liam podrá venir, mami? —preguntó Ethan mientras él y Janette esperaban en el parque.
Ella sonrió y asintió.
—Sí. Prometió que vendría —respondió, aunque no estaba tan segura.
Había pasado media hora y empezaba a preguntarse si realmente iba a presentarse. Unos minutos más tarde, supo que no lo haría. Su sonrisa se desvaneció de inmediato. Él había prometido… le había prometido que vendría al parque para compensar todas las veces que no había podido pasar tiempo con ellos.
Él mismo había sugerido venir al parque y esperarle, ¿y ahora no aparecía por ningún lado?
Janette se llevó una mano a la cara. No podía más. Estaba harta de darle segundas oportunidades solo para que la decepcionara una y otra vez.
Miró hacia abajo, a Ethan.
—Supongo que está ocupado —dijo, y el niño asintió.
—¡Vamos a casa, mami! Ya no tengo ganas de jugar en los columpios ni de correr por la fuente —bajó la cabeza, decepcionado.
Janette forzó una sonrisa.
—Yo misma traeré a