Liam no podía creer lo que acababa de decir su padre.
—¿De qué estás hablando? Sabes que no puedo hacerle daño a Janette.
Reynold bufó.
—¿Qué? Puede soportarlo. No es como si la amaras ni nada de eso. Todo esto lo hemos hecho por lo que planeamos obtener.
Liam negó con la cabeza.
—Sí, quizá empecé todo esto por lo que podía ganar al casarme con ella, pero la amo de verdad, papá. Además, después de casarnos, estará conmigo el resto de su vida. ¿Cómo quieres que me quiera si le hago eso?
Reynold le dio un golpe en la cabeza.
—¡Idiota! —gruñó—. Nunca dije que tuvieras que hacerlo tú mismo. Busca a alguien que lo haga por ti. Y sabes perfectamente de quién estoy hablando. Si ella lo hace, nadie sospechará de ti. Al fin y al cabo, ambas ya están enfrentadas.
Liam suspiró y se despeinó con frustración.
—Pero sabes que la amo, ¿verdad? Va a sufrir…
—Deja a un lado tus estúpidas emociones y haz lo que te digo —lo interrumpió Reynold bruscamente—. ¿Quieres que nos descubran? Sabes lo poderoso