Después de todo, Alan dejó a Rosa en su casa y la acompañó hasta la puerta. La miró con una sonrisa en los labios.
—Realmente me divertí esta noche. Gracias por aceptar salir conmigo —dijo.
Rosa asintió.
—Gracias por la cita. Me divertí. La comida, mirar las estrellas… todo fue maravilloso —dijo, y Alan asintió con una sonrisa.
—Pero me estaba preguntando algo… —añadió, dejando la frase en el aire.
Alan alzó una ceja, curioso por saber de qué quería hablar.
—Hablamos de Janette y Lucas en el restaurante. Recuerdo que te reuniste con él la otra vez para encontrar una manera de engañar a Janette y hacer que saliera con Lucas. Y, de repente, viniste a mí y me pediste salir en una cita —empezó ella, y Alan se mordió el labio inferior. Ella lo había descubierto—. Entonces empecé a atar cabos y me di cuenta de que esta cita no era realmente una cita. Me invitaste a salir para saber más sobre Janette, ¿verdad? Lucas te envió, ¿no es así? —preguntó.
Alan bajó la cabeza. Sabía que no podía men