Elsa condujo hasta las residencias de Damián con la adrenalina de una fugitiva. Había aceptado la cita, no por la promesa de la pasión, sino por la necesidad de una confrontación honesta. Al verlo, toda su resolución se derritió. Damián estaba recostado contra su coche, la mirada de ojos verdes una mezcla de alivio y deseo.
El encuentro comenzó con la conversación que se debían. Elsa abordó el tema de Camila y el video, exigiendo saber si era un peón. Damián, con una seriedad que rara vez usaba, la desarmó, asegurándole que Camila era una sombra, mientras que ella era la única luz en su vida. Hablaron de la disyuntiva de Elsa de escapar de nuevo; él le suplicó que se quedara.
Luego, la formalidad se desvaneció. Damián le entregó un sobre grueso, la carta, pidiéndole que no la leyera delante de él. "Es solo para ti. Y no quiero ver tu reacción," susurró. Luego, la urgencia de la semana perdida los consumió.
- Un Intento Fallidamente Gracioso-
En lugar de subir a su apartamento, termin