41.
POV Camila
La habitación está tan silenciosa que llega a doler. El goteo del suero, constante y monótono, parece burlarse de mi ansiedad. Me senté junto a la cama de Gavin, sin apartar mi mano de la suya. Estaba tibia, pero demasiado quieta, demasiado frágil para alguien que siempre parecía invencible cuando estaba conmigo.
Lo observé durante largo rato. Las vendas en su frente, el moretón que le cubría parte de la mejilla, el brazo inmovilizado… Cada golpe, cada rasguño, era un recordatorio de que él había estado dispuesto a partirse el cuerpo solo para encontrarme.
Mi pecho se apretó. No sabía si quería llorar, gritar o abrazarlo. Quizá todo al mismo tiempo.
—¿Por qué lo hiciste, Vin? —susurré, apenas audible—. ¿Por qué siempre te pones en peligro por mí?
No hubo respuesta. Solo el aire estancado.
Recordé aquellas palabras que el hombre, el que lo había atropellado, me había dicho: “Señorita, él insistió. Se escapó del hospital solo para buscarla.”
La culpa me atravesó el estómago.