POV Gavin
El sonido constante del monitor cardíaco era lo único que podía distinguir con claridad. Bip… bip… bip… Un ritmo estable, pero pesado, como si cada pitido me recordara que el mundo seguía moviéndose mientras yo permanecía atrapado en un cuerpo que se negaba a responder.
Intenté abrir los ojos, pero los párpados parecían sellados. Un peso insoportable descansaba sobre mi pecho. Todo estaba oscuro, pero no era un vacío completo: había voces lejanas, suaves, como si vinieran a través del agua.
“Vin… por favor…”
Esa voz.
Camila.
Supe, en ese instante, que estaba vivo. Mi cuerpo podía fallar, pero mientras su voz existiera cerca de mí, nada en mí aceptaría rendirse.
Una tibieza envolvió mi mano. Alguien la sostenía, con delicadeza, como si temiera romperme.
Me forcé, poco a poco, a mover los dedos. Y aunque el movimiento fue mínimo, sentí que la mano que me sostenía se tensó.
“¿Gavin?”
Su tono subió, lleno de esperanza.
“Ay… por favor, si me escuchas, aprieta mi mano. Solo un poc