POV Gavin
Desperté horas después, con la sensación de haber dormido durante un siglo entero. Mi cuerpo pesaba, como si estuviera hecho de plomo, pero lo primero que busqué no fue mi respiración ni el dolor en mis costillas. Busqué su mano.
Y allí estaba. Camila seguía dormida, con la cabeza apoyada al borde de la cama, su cabello desordenado cayendo sobre mis dedos. Parecía exhausta, como si hubiese pasado semanas enteras velando mi sueño.
Mi pecho se llenó de un calor extraño, casi doloroso. Quise levantarme para acomodarle el cabello, pero apenas moví el brazo, un tirón de dolor me hizo morderme el labio.
—No te muevas así —murmuró ella, aún con los ojos cerrados, como si me hubiese estado vigilando incluso dormida.
Se incorporó, frotándose los ojos. La luz tenue de la madrugada entraba por la ventana, iluminando su rostro.
Era hermosa. De una forma silenciosa, casi inocente. Y verla allí, conmigo, me hizo sentir… vivo.
—Buenos días, Mil —susurré.
Ella se inclinó hacia mí, intentand