El aire en la biblioteca era espeso, cargado con el humo de los puros y el aroma rancio del brandy. Las risas eran forzadas, las conversaciones, un zumbido de avispas alrededor de la miel del poder. Alexander estaba inmerso en un debate con un grupo de accionistas, su rostro una máscara de paciencia calculada, pero Olivia podía ver la tensión en sus hombros, la misma que sentía en su propio cuerpo, retorciéndole los músculos hasta dejarla al borde del colapso.
Las palabras de Eleanor resonaban en su mente como un tañido fúnebre. "El poder es un veneno... te cambia... hasta que miras al hombre que amaste y solo ves un extraño con sus ambiciones." Cada sílaba encontraba un eco en el miedo que Olivia había estado enterrando desde que firmó aquel contrato absurdo. ¿Estaba Alexander cambiando? ¿O era ella quien finalmente veía al hombre real detrás de la fachada del CEO?
Necesitaba aire. Necesitaba escapar de las miradas curiosas, de las sonrisas falsas, del peso de los retratos que parecí