Al tercer día, una transformación sutil comenzó a operarse en Olivia. La niebla de confusión en su mente se disipaba, dejando paso a senderos de comprensión. Los términos financieros que antes le resultaban ajenos y hostiles empezaron a encajar como piezas de un rompecabezas complejo pero descifrable. Thorne, notando su progreso, cambió de táctica de manera significativa.
—Hoy —anunció, colocando una serie de informes de la competencia hotelera frente a ella sobre la mesa de roble—, dejaremos temporalmente los libros de texto. Hoy, pensará. Analizará. Juzgará.
Olivia hojeó los documentos. Eran análisis detallados de cadenas rivales: sus estrategias de marketing, sus estructuras de tarifas, sus índices de satisfacción al cliente, incluso sus diseños de interiores y filosofías de marca. Eran el enemigo cartografiado.
—¿Qué ve? —preguntó Thorne, repitiendo deliberadamente la pregunta que Alexander le había hecho el día anterior.
Olivia estudió los informes, y de pronto, sin previo aviso,