Maxime
Me despierto en una cama diferente. Las sábanas están aún recién planchadas, perfumadas con lavanda, una ligera brisa de la mañana filtrándose a través de la ventana. Clara duerme a mi lado, en paz. Está hermosa en su sueño, como siempre. Pero algo ha cambiado, y no es solo la suave curva de su vientre, que se hace cada vez más evidente.
Acaricio suavemente su brazo, rozando su piel. Ella murmura una palabra, un sueño, no lo sé. Cierro los ojos, pero una imagen persiste: la de Léa. Un recuerdo borroso, lejano, como una huella en la arena. Me sacudo, me concentro en Clara. Ella me necesita, lo sé. Tiene esa mirada tierna cada vez que la miro. Esa mirada llena de confianza.
Respiro profundamente y me levanto. No hay lugar para la duda. No ahora.
Clara
Maxime parece diferente esta mañana. Está más distante, y sin embargo, me sonríe como siempre. Esa sonrisa que me calienta, pero que hoy me deja una sensación extraña. Miro su rostro. Lo he visto cerrarse en estas últimas semanas, c