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Capítulo 22– Una Trampa de Doble Filo

Maxime

Compongo un breve texto y lo envío al número de Moretti.

"Fracaso. Intenta de nuevo."

Luego arrojo el teléfono debajo de un coche y miro a Eva.

— Nos desaparecemos.

Ella asiente.

— Espero que valga la pena.

Sonrío mientras avanzamos en la noche.

— Oh, esto apenas comienza.

La sangre aún gotea de mis manos cuando desaparecemos en la oscuridad. Eva camina a mi lado, en silencio, lanzando miradas nerviosas por encima de su hombro.

— ¿Crees que enviarán a más hombres? murmura.

Asiento.

— Por supuesto. Moretti nunca deja un fracaso sin castigo.

Avanzamos rápidamente por las calles oscuras, evitando los lugares demasiado expuestos. Mi cuerpo está en máxima alerta. Aún siento la adrenalina de la pelea, pero también el agotamiento que comienza a pesar. Mis heridas no han tenido tiempo de sanar, y cada paso me recuerda su presencia.

— ¿A dónde vamos? pregunta Eva.

La observo de reojo. Su cabello desordenado, su rostro tenso, su mano crispada sobre su revólver. Ella es más fuerte de lo que piensa.

— Necesitamos un lugar seguro para la noche. Un lugar donde no pensarán en buscarnos.

Ella reflexiona un instante.

— Tengo una idea.

---

El Refugio Inesperado

Treinta minutos después, estamos frente a una pequeña casa en ruinas en las afueras de la ciudad.

— ¿Es aquí? pregunto, escéptico.

— Era el escondite de mi padre, explica Eva. Lo usaba para almacenar mercancías… y desaparecer cuando era necesario.

Empuja la puerta, que chirría siniestramente. El interior está polvoriento pero funcional. Hay un viejo sofá, una mesa coja y un armario metálico cerrado con un candado.

— ¿Hay armas ahí dentro? pregunto.

Ella asiente y saca una llave de su bolsillo. Unos segundos después, la puerta del armario se abre, revelando un pequeño arsenal: rifles, pistolas, municiones e incluso explosivos artesanales.

Dejo escapar un silbido impresionado.

— Tu padre era previsor.

— Era sobre todo paranoico, corrige ella mientras agarra una escopeta.

Recojo una pistola y algunos cargadores.

— Vamos a necesitarlo.

---

El Cebo Mortal

La noche avanza, pero no duermo.

Estoy sentado cerca de la ventana, observando la calle a través de las cortinas. Eva duerme en el sofá, su mano sobre su arma.

Pienso en los últimos eventos. En Moretti, en su determinación de verme muerto.

Y en ese mensaje que le envié.

"Fracaso. Intenta de nuevo."

No va a dejar pasar eso. Vendrá, y esta vez no subestimará la amenaza.

Debo golpear primero.

---

Ofrecerles un Cebo

Por la mañana, sacudo suavemente a Eva.

— Levántate. Tenemos trabajo.

Ella gruñe, se incorpora y me lanza una mirada fulminante.

— ¿Nunca duermes?

— No cuando tengo un plan.

Ella arquea una ceja.

— ¿Y cuál es tu plan?

Sonrío.

— Vamos a darles lo que quieren.

Ella me mira, incrédula.

— ¿Perdón?

— Moretti quiere mi cabeza, ¿no? Entonces, démosle la ilusión de que la tiene.

Tomo una hoja de papel y dibujo rápidamente un esquema.

— Aún nos buscan en la ciudad, pero si creen que me han encontrado, concentrarán sus fuerzas en el mismo lugar.

— ¿Quieres tenderles una trampa?

— Exactamente.

Le muestro el plan:

1. Crear una pista falsa – Envío un mensaje anónimo indicando mi ubicación.

2. Atraerlos a un terreno preparado – Un almacén abandonado donde colocaremos explosivos.

3. Eliminarlos uno a uno – Aprovechar el caos para atacar con fuerza.

Eva suspira, pensativa.

— Es arriesgado.

— Es nuestra única oportunidad.

Ella duda, luego asiente.

— Entonces hagámoslo.

---

La Instalación de la Trampa

Pasamos el día preparando el almacén.

Instalo cargas explosivas conectadas a un detonador, escondidas bajo escombros. Eva coloca puntos de observación y salidas de emergencia.

Una vez todo en su lugar, saco un viejo teléfono y envío un mensaje a uno de los hombres de Moretti.

"Maxime avistado. Estará en el almacén a las 10 p.m. Vengan rápido."

Luego arrojo el teléfono a un basurero y tomamos posición.

La espera comienza.

---

El Asalto

A las 9:50 p.m., unos faros iluminan la calle.

Coches negros se detienen frente al almacén.

Hombres bajan, armados hasta los dientes.

Moretti no está, pero su mano derecha, Marco, lidera la operación.

Contengo la respiración.

Marco hace una señal, y una decena de hombres entran en el edificio.

Espero.

Avanzan, inspeccionando cada rincón.

Luego, uno de ellos pisa el disparador.

La explosión retumba, volando la mitad del edificio.

Los gritos resuenan.

Salgo de las sombras y disparo a un hombre que intenta huir. Eva derriba a otro desde su posición en el techo.

Marco grita órdenes, pero ya es demasiado tarde.

La trampa se ha cerrado.

---

El Fin de un Reinado

Marco intenta escapar, pero lo alcanzo en un callejón.

Lo empujo contra una pared, mi arma en su sien.

— Dile a Moretti que vengo por él.

Él tiembla, asintiendo.

— Te va a matar…

Sonrío.

— Puede intentarlo.

Lo suelto y lo miro huir.

Eva se une a mí, jadeando.

— Fue… intenso.

— Fue el comienzo.

Guardo mi arma y fijo el horizonte.

Moretti va a reaccionar.

Y esta vez, será la guerra.

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