Maxime
Sonrío a pesar de mí mismo.
— Voy a intentarlo.
Ella se prepara para hablar, pero una vibración interrumpe nuestro intercambio.
Mi teléfono.
Un mensaje anónimo.
"Sabemos dónde estás."
Me enderezo de golpe, la mirada oscura.
Eva frunce el ceño.
— ¿Qué pasa con esa mirada?
Guardo mi teléfono y me levanto, a pesar del dolor.
— Tenemos que movernos.
El dolor pulsa en mi costado, pero la adrenalina hace su trabajo. No tengo tiempo para ser débil.
El mensaje en mi teléfono es claro: saben dónde estoy.
Moretti no es del tipo que envía mensajes de advertencia. Si me avisan, es para hacerme entrar en pánico o porque ya están en camino.
Levanto la vista hacia Eva. Ella espera una respuesta.
— No nos movemos.
Ella frunce el ceño.
— ¿Hablas en serio?
— Más que nunca.
Hago crujir mi cuello y recojo mi arma, revisando el cargador.
— Si huimos, nos rastrearán como presas. Pero si los esperamos…
Dejo mi frase en suspenso, sonriendo de lado.
Eva suspira, con las manos en las caderas.
— Voy a