Léa
Me quedo ahí, inmóvil, los ojos fijos en los suyos. Su mirada es una mezcla de dolor y determinación, y sin embargo, hay algo dulce, infinitamente sincero en la forma en que me observa. No ha dicho una palabra. No me ha abrazado. Ni siquiera me ha sonreído. Sin embargo, está aquí. Finalmente aquí. Después de tanto tiempo.
No me he movido. No puedo moverme. Siento que mis piernas son de concreto. Es extraño, pero esta escena me resulta familiar. Como si todo lo que ha pasado entre nosotros no fuera más que una preparación para este momento preciso. Pero, aunque todo parece suspendido, mi corazón late demasiado fuerte.
Él da el último paso. Está tan cerca que puedo sentir su calor, y sin embargo, un abismo de silencio se abre entre nosotros. Tengo la sensación de que está esperando algo de mí, pero ¿qué? Una palabra, un gesto, una mirada... Me pregunto qué espera de mí.
Tomo una gran inspiración, luego murmuro, casi para mí misma:
Léa
— Has elegido volver. Pero... depende de ti demo