Capítulo 3

Cuando al fin terminó el rosario, las damas de la congregación acordaron que tomarían el té en casa de la esposa del Regidor.

Salimos de la iglesia y mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, entre más nos acercábamos a la puerta de la iglesia, más nítido se veía el traje verde olivo del caballero parado a unos metros de la entrada.

Cuando salimos de la iglesia y pude ver su rostro, el calor volvió a mis mejillas y la corriente eléctrica en mi cuerpo se manifestó nuevamente, estaba tan embelesada con ese hombre, que no me percaté de una piedra suelta en el adoquín y mi pie se dobló haciéndome caer dolorosamente al suelo. Mi madre intentó levantarme del piso, pero el dolor era tan fuerte que las lágrimas corrieron por mis mejillas, al no poder ponerme de pie y mi corazón se detuvo al escuchar esa voz tan varonil, que, aunque no la había escuchado nunca, sabía de quien se trataba.

— ¿Me permite ayudarle madame? Con todo el respeto que me merece, creo que la señorita se ha lastimado seriamente, si usted me lo permite puedo cargarla y llevarla a donde usted me indique.

— ¡Oh, muchas gracias caballero! — Exclamó mi madre — pero creo que no sería correcto, nuestro palacio es muy cerca cruzando la plaza tal vez es mejor que envíe por un sirviente que la lleve.

—    Vamos querida, el caballero te ha ofrecido su ayuda respetuosamente, es mejor que la lleven de una vez — dijo la esposa del Regidor.

—  ¡Está bien! — dijo mi madre al fin.

Cuando me tomó entre sus brazos, me sentí como una reina y mi respiración de detuvo, mis mejillas se sonrojaron cuando me pidió que rodeara su cuello con mis brazos y al respirar el delicioso aroma que emanaba de su cuerpo, el trayecto hacia el palacio me pareció tan hermoso que tal parecía que todos los árboles en la plaza florecían a nuestro paso perfumando y embelleciendo el ambiente para nosotros, cómo me hubiera gustado que el camino al palacio fuese mucho más largo, podía quedarme allí aferrada a sus fuertes brazos para siempre.

Una vez en el palacio, mi madre le pidió que me llevara a mi habitación, por supuesto tanto mi madre, como la esposa del Regidor y la sirvienta entraron con nosotros, no era apropiado que un caballero entrara en las habitaciones privadas de una señorita, sentí un poco de vergüenza de que viera una muñeca sobre mi cama, en ese momento yo quería que viera en mí a una mujer, y no a una niña,

Me depositó suavemente sobre mi cama y me dedicó una sonrisa.

— ¿Madame? ¿Me permite revisar el pie de la señorita? Le ruego que no desconfíe, soy médico — dijo dirigiéndose a mi madre.

—    ¡Oh por Dios, qué bendición! — dijo la esposa del Regidor — Todo un caballero y además médico, usted nos ha caído del cielo Señor…

—    De Castilla, Maximiliano de Castilla para servir a usted y … a Dios — contestó haciendo una reverencia ante las señoras, y yo suspiré al escuchar su nombre, Maximiliano, qué nombre más hermoso.

—   ¡Oh, por favor doctor! Si no es mucha molestia, se lo voy a agradecer mucho — dijo mi madre.

Maximiliano se arrodilló junto a mi cama, suavemente desató los cordones de mi calzado y retiró la media que lo cubría, mi tobillo estaba hinchado y morado.

—    Por favor madame, ordene que hagan una infusión con árnica, las flores amarillas que crecen junto a la fuente de la plaza y que me traigan agua caliente, unos paños limpios y sal.

—    Por supuesto Doctor — dijo mi madre.

Sentir sus manos tocando la piel desnuda de mi pie, fue la sensación más hermosa que hubiera sentido jamás, el dolor en el tobillo ya no existía, tan sólo el calor de sus manos traspasaba hasta mis huesos, aliviando el dolor.

Me vendó el pie con unos lienzos, y mi corazón se entristeció al escuchar que se despedía.

—    Tengo que irme Madame, pero si me permite, mañana pasaré a revisar a mi paciente.

—    Se lo agradezco infinitamente doctor, por favor dígame cuanto es el pago por sus honorarios y mi marido le pagará mañana.

— ¡Oh, no es necesario madame! Yo soy médico de profesión, pero no ejerzo la medicina como un trabajo, afortunadamente mis negocios son bastante productivos así que soy médico, sólo por ayudar al prójimo.

Se volvió hacia mí y me dedicó una sonrisa que hizo que me derritiera en mi cama, se dio la vuelta y besó la mano de mi madre como todo un caballero y se fue.

Yo había olvidado por completo el dolor de mi tobillo, tan sólo podía pensar en sus ojos, en su sonrisa, en su voz, pero sobre todo en su olor, su maravilloso olor.

No podía dormir, sentí sed y me percaté de que la sirvienta había olvidado dejar agua sobre mi mesita de noche; mi tobillo ya no dolía, así que decidí ponerme de pie para salir a buscar agua a la cocina, las velas en mi candelabro reflejaban mi sombra a lo largo del pasillo, una vez que llené mi jarra con agua, emprendí el camino de regreso a mi habitación, atravesé el jardín interior, junto a la fuente, se encontraba un árbol de naranjas que mi madre cultivaba, de allí salió un enorme cuervo cerrándome el paso, nunca había visto que un ave se metiera dentro del palacio, éste era un cuervo muy grande y tenebroso, comencé a temblar de miedo, a cada paso que daba el cuervo se movía impidiéndome pasar.

Un grito ahogado salió de mi garganta, al escuchar al cuervo reírse de mí, una fuerte carcajada de mujer salió de su pico.

Cuando abrí los ojos, estaba en mi habitación, no sabía y no entendía como había llegado hasta allí, pero tan sólo recordar la risa del cuervo, me helaba la sangre de terror. 

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