Tenía que investigar que tanto sabía la sirvienta de nosotros y de lo que en realidad, estaba pasando con Isabel, pero debía esperar, no podía dejar mi puesto, debía impedir que alguien entrara en la habitación o se sorprenderían si veían a Maximiliano en trance, ya que sería lo único que podrían ver, el cuerpo inerte del hombre arrodillado en el piso.
Paso el tiempo e Iván subió corriendo las escaleras, Doña Leonor y Don Fernando fueron acompañados de un sacerdote, tocamos la puerta para advertir a Maximiliano y entramos en la habitación, los padres de la chica no me perdonarían haberla dejado sola con su prometido, así que corrí y me senté junto a ella, mientras Maximiliano regresaba a su cuerpo y se ponía de pie.
Doña Leonor entró en la habitación, como ella acostumbraba, sin llamar a la puerta, ellos entraron y el sacerdote miró a la chica postrada en la cama, comenzó a rezar ya ungirla con un óleo, todos se quedaron sorprendidos cuando después de recibir la extremaunción y la ben