Después de un tiempo de vigilar la ventana, Isabel volvió a abrirla y luego se fue, dejé pasar un momento, para asegurarme que no volviera, así que después de un tiempo prudente decidí entrar por la ventana, tal como había salido, en cuanto entré, comencé mi transformación, entre más rápido lo hiciera menos peligro corría de que me descubrieran.
Cuando escuche que la puerta se abrió, ya era demasiado tarde, estaba en pleno trance de transformación y ya no podía detenerme, Isabel me descubrió justo en el momento de la metamorfosis, fue un verdadero milagro que no gritara porque en cuestión de minutos me habrían acorralado para llevarme a la hoguera.
En cuanto estuve en mi forma humana, tomé rápidamente el camisón sobre mi cama para cubrir mi desnudez, Isabel estaba petrificada, pero más que con horror me miraba con curiosidad.
— ¿Lo…la? — preguntó tartamudeando de la impresión.
— Si, Isabel soy Lola, por favor, no tengas miedo, yo soy diferente, pero nunca te haría daño, no soy