¿Y cómo los demonios terminaron yo en esta situación?
Ah, sí… porque a mi brillante idea de tener un novio falso, se le olvidó un pequeño detalle: el falso novio debe besar.
Y el mío... bueno... el mío es Tenzin.
El hombre más hermoso, fornido, tatuado, con cara de “te doy paz interior o lo que quieras”… pero que a la hora de besar es un verdadero Buda tieso.
Y aquí estoy yo, en mi minimalista apartamento, viéndolo sentado en mi sofá como si lo fuera un fusilar.
—Relájate, monje —le digo cruzando los brazos.
Él me mira con esos ojos negros tan intensos ya la vez tan perdidos como niño en su primer día de escuela.
—No sé si esto es buena idea —dice él, serio.
—Es la mejor idea, Tenzin —le respondo con mi mejor voz de maestra paciente—. Mira, si queremos engañar a mi hermano ya mis papás, si queremos parecer una pareja de verdad frente a todos, tú tienes que saber besar. No podemos llegar allá y que me des un beso de "que la paz sea contigo"… ¡Me muero!
Él suspira.
Dios mío... qué hombr