Solo uno sabe que está en medio de la tormenta cuando se moja. Llovían balas.
Cuando ingresamos a la casa empezaron los disparos de escuadras, armas largas, automáticas. Parece desfile balístico. No da mucho tiempo para que puedas reaccionar o despertar y ubicarte en el lugar donde estas parada.
Desde muy joven goce de buena puntería, lo que me sirvió en Operaciones, donde te enseñan a no gastar balas innecesarias –siempre es la misma canción de “no hay recursos”-. Esta noche, esa cualidad me puede salvar la vida.
Parecía que salían tiradores de todos lados. El lugar era muy amplio, era una casona vieja a la que se le hicieron un sinfín de arreglos en los últimos meses tal vez; sin embargo no gozaba de buena iluminación ya que la mayoría de las ventanas estaban cubiertas por cobijas gruesas. También muchas paredes estaban cubiertas por pilas de cajas de cartón, otros cartones y muebles toscos.
Logramos atravesar, de alguna manera, un jardín interior donde hay una fuente sin agua. Las balas rebotan en el suelo rompiendo la loza que, de por sí, ya estaba desgastada por el paso del tiempo y del uso de aparatos pesados. Se ve que han tratado el lugar de manera agresiva. Muchas de las puertas están sin vidrios, y los pocos que quedaban se están rompiendo entre la refriega. Esto se está volviendo cada vez más peligroso.
Me imagino que todo estaba preparado por si llegaba algún operativo como el nuestro, ya que era difícil desplazarse por el sitio y daba múltiples lugares donde esconderse.
Se nota, por el desorden, que almacenaban –además de drogas- otro tipo de objetos pesados en cajas ya que se podían ver las huellas de polvo y tierra por todos lados. Parecía un laberinto donde los ratones éramos nosotros.
Dos compañeros quedaron heridos en la puerta que conecta al jardín con el interior de la vivienda, otros tres en la primera pieza. Quedaban seis uniformados disparando, además de Armando y yo. Del bando contrario eran ocho, uno ya había caído con mi arma. Todos procuramos cuidar nuestras espaldas pero esto se está volviendo complicado por la poca iluminación y que ellos dominan claramente el terreno.
Un uniformado más gritó de dolor, creo que tiene lastimado de bala un pie. Un compañero le ayuda a mantenerse resguardado bajo un arco, además desde ahí podrá ver si alguien más acerca desde nuestra retaguardia
Armando y yo íbamos a los costados hasta que llegamos a un pasillo corto. Ahí, disparé contra dos más, mi compañero le dio a otro, mientras que Operaciones acabó con tres.
Gerardo hizo señas para pedir paso, y fue el primero en atravesar el pasillo. Sufrió un rasguño de bala en el brazo izquierdo pero abatió a un sicario más. Solo quedaba uno.
Pasó Armando, luego yo… Todo en silencio. Teníamos que atravesar el cuarto y llegar a otra puerta con un ¿espejo, tal vez? en la parte trasera. Armando dio un paso más cuando lo vi como si brillara en el espejo: el último tirador midiendo a mi compañero desde la esquina más alejada de la habitación (se había resguardado arriba y atrás de una escalera ensabanada).
Era un tiro fácil para alguien con un poco de experiencia.