Luego de un fin de semana acortado y de mucha atención a las tareas domésticas, llegó a la Fiscalía. Decidí regalarme un corte de cabello el domingo, así como mani y pedicura, algo de exfoliación en la cara y piernas, además de un masaje corporal en un spa cercano a mi casa el domingo; entonces, hoy estoy totalmente relajada y de buenas.
Tan de buen humor que decidí traer el reloj que me regaló mi marido para guardarlo en la guantera. Ya pensaré después si usarlo o no, tampoco es tan grave que mi esposo sepa dónde estoy, ¿o no?
Mi primera parada es al estacionamiento para asegurarme que mi auto esté bien; y sí, pero tendré que pagarle a Roberto (uno de los cuidadores del sitio) que le dé una buena lavada por afuera que esta todo empolvado tras una semana de abandono.
Luego subo a la oficina, no hay nadie aún. Busco en el escritorio mi guantera con mi arma, y la encuentro ahí, inerte. Suspiro al recordar lo sucedido en la casa familiar de Armando, parece que ocurrió hace meses pero aún