En el restaurante Rossi.
Aún seguía reunidos y bromeando.
Raffaello llegó en compañía de su esposa, Alessia.
—Hola.
—¿Cómo están? —preguntó Alessia.
—Bien, gracias —dijeron todos.
—¿Cómo te sientes, Lucia? —le preguntó Alessia.
—Mejor, solo un poco agitada —contestó Lucia.
—No puedes estar sola —dijo Alessia recordándoselo.
—Ysabelle se quedará conmigo.
Ysabelle solo movió la cabeza, porque se encontraba comiendo.
Derek entró al restaurante y habló al mirar a su hija.
—Hola.
—Hola, suegro —saludo Christopher sonriendo.
Ysabelle comenzó a toser.
—Papá.
Christopher dándole unos golpecitos en la espalda.
—Qué gusto verlo.
—¿Qué haces aquí, papá? —le preguntó Ysabelle angustiada.
—Es que vine a saludar a Lucia y comer esos deliciosos pasteles —comentó Derek risueño.
—Señor Derek, no sé si quede pastel —dijo Lucia mirándolo.
—Quedó de fresa y chocolate —informó Stefano.
—Quiero de fresa y un pudin —contestó el sonriente.
—Está bien —dijo Stefano, levantándose para buscar el pedido.
Derek cargó a Fania.
—Hola, hermosa.
Fania estaba seria.
—Bájame, no te conozco.
—Pequeña, es el papá de Ysabelle —comentó su madre con suavidad.
—No lo conozco.
Derek sentándola en las piernas de Lucia.
—Qué lástima y tanto que te cargaba.
—Eso te pasa por venir luego de dos años —lo regañó su hija.
—¿Y qué edad tienes? —le preguntó Derek a la pequeña.
—Tres, pero en un mes tengo cuatro años —contestó Fania emocionada.
—Está grandota y habla tan bien —comentó Derek asombrado.
—Está creciendo mucho y siempre está rodeada de adultos. Posiblemente, eso ayudó a que hable tan bien —aclaró Roberta sonriendo.
—Eso veo, igual que Samuele está enorme —comentó Derek con orgullo.
—Me imagino que ya tiene como diez años —comentó Alessia mirándolo.
—Solo nueve.
—Papá, podrías no hablar de él, me incomoda —pidió Ysabelle seria.
—Ysabelle, supéralo —Roberta molestándose con su amiga. El niño no tenía la culpa de nada.
—Sí, me van a caer encima, mejor me voy —dijo ella, levantándose de la silla.
—Ysabelle, no te pongas así —habló Christopher atrás de ella.
—Déjala, siempre es así cuando hablamos de mi otro hijo —afirmó Derek un poco triste.
—Señor Derek, podríamos no mover el tema —insistió Tiziano.
Stefano llego con el pedido.
—Su orden.
—Sí, quiero comer este pastel y este pudin —dijo Derek emocionado.
—Lucia, vámonos —dijo Ysabelle mirando a su amiga.
—Pero —Lucia mirando a las chicas.
—Déjala. Yo la llevó más tarde a casa —sé ofreció Arnaldo.
—Está bien, Christopher nos vamos —dijo Ysabelle mirándolo.
—Sí, vámonos.
Ysabelle y Christopher salieron juntos del restaurante.
—Oye Fania, me contaron por ahí que quieres un hermanito —habló Lucia mirándola
—Ya no lo quiero, quiero un primito —aclaró ella mirándola con ojitos tiernos—. Tía, cuando me darás un primito.
Lucia estaba nerviosa.
—Ja, ja, bueno.
—Fania, tu tía Lucia no tiene novio, deberías pedírselo a Alessia y Raffaello —habló Stefania mirándolos con picardía.
Raffaello estaba apenado.
—Stefania…
Alessia estaba apenada.
—Roberta también debería.
Roberta estaba molesta.
—¡Yo por qué!
—Chicas, ustedes no salen de lo mismo, Stefania se casó joven y tuvo a Fania muy rápido, tú Roberta tiene dos años casada y tú Alessia tres años, que piensan para tener un bebé —comentó Lucia regañándolas.
—Será más adelante —afirmó Alessia sonriéndoles.
—Yo estuviera casada, no me tardaría nada —confesó ella con firmeza.
—Hermano, anota —habló Uma mirando a Arnaldo.
—Hermanita —dijo él con ganas de matarla.
—Tía Lucia voy a buscarte un espocho —dijo Fania con firmeza.
Lucia sonrió.
—En serio.
—Stefania, aprende de tú hija —Roberta cruzando los brazos.
—Está niña salió al padre —aclaró Stefania risueña.
—Lucia, deberías casarte con unos de mis sobrinos —comentó Derek mirándola divertido.
—¿Son guapos? —preguntó ella.
—Guapos no sé de eso, pero lo único malo que el mayor que tengo solo tiene veinte años y los demás son pequeños.
—No quiero criar —aclaró Lucia bromeando.
Todos soltaron una carcajada.
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En el auto de Ysabelle.
—Ysabelle cálmate —pidió Christopher al notar la velocidad que ella aceleraba.
—Es que mi padre me pone de mal humor cuando habla de él —le confesó.
—¿Y por qué lo odias? —le preguntó él.
—Por culpa de él, mis padres se separaron y él se casó con Gabriella porque estaba esperando a Samuele.
—Y tú madre, ¿qué pasó con ella? —preguntó sin poderlo creer.
—Mi madre lo tomó bien, me dijo; que la relación estaba muy acabada, fue mejor separarse —contestó comenzando a llorar.
—Me imagino lo difícil que fue para ti —dijo él con suavidad.
—Mucho, yo siempre los veía felices y después pareció ella —se expresó Ysabelle dolida.
—¿Y conoces a tú hermano? —le preguntó por curiosidad.
—No, he tenido trato con Gabriella. Cuando llamó a mi padre o voy a verlo en su oficina.
—¿Y nunca te ha nacido conocerlo? —la miró perplejo.
—No —respondió Ysabelle con sequedad.
—Cambia esa carita, vamos para un lugar que de seguro te va a encantar —le aseguró él animándola.
Ysabelle sonrió.
—¿Para dónde? —le preguntó encantada.
—Dale a la derecha —le ordenó.
Ysabelle moviendo el volante y se sentía feliz de cómo estaba pensando en ella.
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En el restaurante Rossi.
—Quiero irme a mi casa —anunció Lucia quejándose.
—Vámonos, Niccolo está en el trabajo y estaré más desocupada —insistió Roberta mirándola.
—Perfecto, vámonos —habló su amiga.
—Me voy con ustedes —anunció Uma uniéndoseles.
—¿Y el restaurante? —le preguntó su hermano.
—Tranquilo cuñado, yo te ayudo —dijo Stefano alegre.
—Tremendo cuñado me gasto.
—Me voy a buscarme una novia, me hace falta —comentó Tiziano serio.
—Nos vemos Arnaldo —dijo Lucia despidiéndose.
—Adiós Lucia, me llamas cualquier cosa —habló él.
—Está bien —dijo ella sonriendo.
—Yo también me voy —comunicó Stefania alegremente.
—Sí quieres, te dejó en tú casa —sé ofreció Derek.
—Sí, gracias.
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En un lugar fuera de la ciudad.
Ysabelle emocionada mirando el paisaje.
—Está hermoso, este lugar.
Christopher estaba sonriendo.
—Te gusta.
—Sí, está hermoso, Christopher —dijo Ysabelle feliz.
—Lo conseguí hace unos años —le confesó con una gran sonrisa.
—¿Y cuántas chicas has atraído? —le preguntó celosamente.
—Eres la primera, piensas que soy un donjuán —dijo el ofendido.
Ysabelle sonrió.
—Más o menos.
—Yo soy hombre de una sola mujer —le aclaró con firmeza.
—¡Ja, ja, ja, te pusiste serio! —bromeándole.
Christopher sonrió
—Oye, Ysabelle, ¿te gusta alguien? —le preguntó curioso.
—Sí —afirmó sonriendo.
—¿Lo conozco? —le preguntó indiscretamente.
Ysabelle estaba seria.
—Sí.
—¿Y tienes mucho conociéndolo? —le preguntó nuevamente con entusiasmo.
—Solo unos meses —le reveló ella.
—¿Te gustan unos de mis hermanos? —Christopher le preguntó asustado.
Ysabelle estaba riéndose.
—Claro que no.
—¿Quién?
—Eres tú —dijo Ysabelle mirándolo.
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En el departamento Monti.
—Me voy a dar un baño —anunció Lucia mirando a sus amigas.
—Ve tranquila —dijo Uma mirándola con una leve sonrisa.
—Lucia, voy a prepararte algo delicioso —habló Roberta.
—Gracias —dijo Lucia caminando hacia el baño.
—Lucia es perfecta para mi hermano —le comentó a su amiga.
—Lucia y Arnaldo son la pareja perfecta, tu hermano es muy lento —dijo Roberta quejándose.
—No sé qué espera —soltó Uma desesperada.
—Hombres así, no valen la pena —habló Roberta con rudeza.
—Gracias a Dios, que Stefano es lanzado —confesó ella sonriendo.
—¡Ja, ja!
Uma también sonrió porque Stefano era un buen novio y siempre buscaba la manera de hacerla feliz.
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En un lugar fuera de la ciudad.
Christopher mirando a Ysabelle.
—¿Estás de broma?
Ysabelle levantándose del pasto.
—No, me gustas, Christopher…. Estoy enamorada de ti como una tonta, pero tranquilo —dijo con sinceridad.
Christopher levantándose del pasto.
—Ysabelle, no sé qué decirte —confesó asombrado.
—Oye, no digas nada. Entiendo que si no te gustó —dijo Ysabelle dolida, pero no le estaba gustando el ambiente que se estaba creando.
—Para nada Ysabelle, yo estoy realmente enamorado de ti. Cuando te conocí me enamoré de ti, me encanta tú personalidad y tú manera de ser —confesó entusiasmado.
Ysabelle estaba emocionada.
—¿No me estás mintiendo?
—No, es en serio Ysabelle. Me encantas —dijo él emocionado.
—¡Ohh Christopher! —murmuró Ysabelle feliz.
—Ysabelle, ¿quieres ser mi novia? —le preguntó alegre y con el corazón latiéndole a mil.
Ysabelle sonrió.
—No.