Capítulo # 2

En el teatro.

Ysabelle estaba acercándose a la niña.

—Fania, ven.

—Sí.

Stefano jaló a Christopher.

—Chisme.

—¿Qué pasa? —le preguntó Christopher serio.

—La niña es sobrina de Ysabelle —le confesó.

Christopher estaba asombrado.

—¿No es su hija?

—No.

—¿Por qué mentiría?

—Porque la niña quiere jugar —respondió Stefano.

—¡Ah...!

Ysabelle alzando a Fania.

—¿No estás cansada?

—Un poco.

—Se ve que la niña está cansada —dijo acercándose Tiziano.

—Sí, es que tiene sus horas de dormir.

—Está muy consentida.

—Sí, más con sus tías que la adoran.

—Me imagino.

—Ysabelle, nos toca —informó Christopher mirándola.

—Perfecto.

—Estamos listos —anunció uno de los productores.

—Está bien, comiencen.

Christopher y Ysabelle se colocaron en su lugar y debían de actuar muy bien.

Ysabelle estaba actuando.

—Te amo, Marcus, pero no podemos estar juntos —expresó llena de dolor.

Christopher estaba actuando.

—¿Por qué, amor?, nos amamos y somos felices.

—Es que….

—Dime —le dijo agarrándolo por los brazos y notando lo afligida que estaba.

Ysabelle en su mente.

—Es tan guapo.

Christopher mirándola seriamente.

—Habla —le susurró.

—Es que…. No te lo puedo decir.

—Dime, amor —pidió desesperado.

—No puedo —dijo ella separándose de él y salió corriendo.

—Corte. Muy bien, Ysabelle —la felicitaron.

—Gracias —dijo ella sonriendo.

—Tía —dijo Fania tallándose los ojitos—. Tengo sueño.

—Ven, preciosa —comentó Ysabelle cargándola—. Pronto serán las cuatro.

—Ahí está una camita para que duerma —comentó Stefano.

—Gracias, Stefano —dijo Ysabelle dirigiéndose a la cama que estaba en el lugar y la acostó con cuidado.

—Te quiero —dijo Fania durmiéndose.

—Yo también —le sonrió y le acarició el cabello con mucho amor.

Fania cerró sus ojitos hasta quedarse dormida.

—Oye, Ysabelle, ¿y tú estás casada? —le preguntó Stefano.

—No.

—Y tienes novio, ¿verdad?

—No.

—Soltera.

—Sí.

—No me lo imaginaba —sorprendido porque la rubia era muy hermosa y llamativa.

.

.

En un restaurante.

—Gracias, Uma —dijo Lucia, agradecida con la hermana del hombre que amaba. Ambos eran rubios de ojos azules.

—De nada, Lucia.

—Adiós, Lucia —iba saliendo cuando chocó con un chico.

—Perdón —dijo él agarrando las cosas de Lucia.

—Adriano… —dijo realmente sorprendida.

—Lucia —comentó él abrazándola.

—Que alegría verte —dijo realmente feliz de verlo.

—Te invito un café —la invitó Adriano.

—Sí, vamos —dijo Lucia sonriendo y salió de lugar.

Arnaldo venía hacia el restaurante y observo a Lucia como iba con un hombre.

—Lucia.

Lucia iba muy sonriendo del brazo de Adriano.

Arnaldo entro al restaurante.

—Uma, ¿quién era el tipo que estaba con Lucia? —le preguntó celosamente.

—No sé, Lucia estaba aquí terminando un pastel y de repente llegó ese hombre que esta guapísimo, y se fueron juntos —contestó para hacerlo enojar. Su amiga Lucia era la repostera del restaurante.

Arnaldo no dijo nada, solo termino de entrar al restaurante con una mirada seria.

—Hermanito, te van a quitar a Lucia —comentó ella riéndose.

—Te escuche…

.

.

En el teatro.

Ysabelle cargando a Fania.

—Tengo que irme —anunció ella.

—Te llevó —ofreció Stefano, porque la veía con la niña en brazos y sería muy peligroso que estuviera sola.

Stefania entro al teatro.

—Ysabelle.

—Hola —dijo Ysabelle y espero que se acercara para entregarle a la niña con cuidado—. Pesa.

Stefania estaba sonriendo.

—Lo sé amiga, vamos. Dante está esperándonos.

—Nos vemos mañana —le dijo Ysabelle despidiéndose de los hermanos. 

—Adiós —dijo Christopher despidiéndose. 

—Adiós —habló Ysabelle sonriendo. 

Stefania con Fania en sus brazos.

—Hola.

—Se quedó dormida mi princesita —le dijo Dante alegremente y acercándose a su mujer para cargar a su hija. 

—Sí y como pesa —comentó Ysabelle quejándose. 

Stefania estaba riéndose.

—Nos lo vas a decir a nosotros.

—Ja, ja, ja, sí es su hija.

—¿En dónde te dejo? —le preguntó él.

—En mi casa.

—Me parece perfecto.

Ysabelle se subió en el auto de su amigo y estaba agotada porque había trabajado casi doble, cuidando a la pequeña para que no le pasara nada malo.

En el camino estuvo platicando con ellos y bromeando de todo un poco, la verdad le gustaba la compañía de la pareja que siempre la había tratado tan bien.

Cuando llegaron a su destino, Ysabelle se abajo del auto con una sonrisa y se despidió de ellos. 

—Gracias —dijo sonriendo.

—De nada Ysabelle —sonrió Dante.

—Luego nos vemos —dijo Stefania alegremente.

—Está bien —le dijo Ysabelle despidiéndose. 

Dante y Stefania se despidieron de su amiga y se fueron a su hogar a descansar.

Ysabelle iba a entrar a su hogar, cuando escucho que la llamaron.

—Ysabelle —llamó Miranda acercándose. 

Ysabelle en su mente.

—La vieja bruja esa, será que no descansa.

—Niña. Un señor te estaba buscando.

Ysabelle estaba extrañada.

—¿Qué?

—Sí.

—Gracias —dijo ella entrando a la casa—. Uff, ¿quién será? Me daré un rico baño y me prepararé para ver una buena película.

.

.

En otro lugar.

En una cafetería.

—Ja, ja, ja —Lucia riéndose con emoción. 

—No te rías —pidió Adriano.

—Es que es muy cómico.

—Puede ser —dijo él sonriendo.

—La vida es extraña. Los dos estamos solteros —comentó Lucia mirándolo.

—Sí. A lo mejor estamos destinados.

—Puede ser —dijo Lucia sonriendo.

—Lucia, estos años que han pasado. Estás más hermosa.

Lucía estaba sonrojada.

—Gracias.

—Y si nos vamos para una discoteca —le propuso. 

—Vamos.

—Todavía, ¿sigues viviendo en el mismo lugar? —le preguntó.

—Sí, todavía.

—Tengo que irme —dijo al mirar su reloj pulsera—. Nos vemos —le dijo Adriano de repente, se levantó de la silla y salió del lugar. 

—Adiós —dijo Lucia, extrañada por su actitud—. Este no cambia —murmuró sonriendo.

.

.

En la casa Greco.

Ysabelle después de darse un baño, se colocó una ropa cómoda y le dio de comer a su gato.

—Rocco, ¿quién sería que me estaba buscando?

—Miau.

—Ojalá que pudieras hablar, así podríamos decirnos tantas cosas —le dijo suspirando.

El timbre sonó.

Ysabelle caminó hacia la puerta y la abrió con cuidado.

—Ya voy.

—Hola, Ysabelle —habló un hombre mayor sonriéndole. 

Ysabelle estaba sonriendo.

—¡Papá! —exclamó abrazándolo.

—Mi hija hermosa —le dijo él, abrazándola con fuerza y feliz de verla de nuevo.

—Pasa, papá.

Él entró al hogar de su hija.

—Está muy linda tu casa.

—Gracias.

—¿Y tus amigas? —le preguntó alegremente.

—Todas están bien.

—Qué bien, me alegro por ellas. ¿Vengo a conocer a tu prometido?

Ysabelle estaba nerviosa.

—¡Eh!

—Prometiste que al cumplir los veintitrés años ya estarías comprometida —le recordó serio. Tenía muy buenos candidatos para ella y quería lo mejor. 

Ysabelle tratando de sonreír.

—Sí, ya lo estoy. Se llama —pensado—. ¿Qué nombre le daré?

—¿Cómo se llama, hija? —le preguntó el impaciente. La veía muy pensativa para su gusto.

—Christopher Moretti —soltó ella sorprendiéndose de decir semejante mentira.

—¿Y de qué trabaja? —le preguntó su padre con seriedad. 

—Es actor como yo —contestó Ysabelle con rapidez.

—Quiero conocerlo, hoy mismo —comentó él con autoridad.

Ysabelle estaba nerviosa.

—Hoy mismo…

—Sí. Voy a descansar en el hotel y como a las ocho de la noche estaré aquí —le informó.

—Pero, papá…

—Nos vemos en la noche, pequeña —dijo él, dándole un beso en la frente y se dirigió a la puerta para irse.

—Papá —dijo Ysabelle frustrada.

—Nos vemos, hermosa —comentó él.

Ysabelle estaba nerviosa y espero que se fuera para hablar.

—¡Como diablo, voy a sacar un prometido! ¡Tengo ganas de llorar!

.

.

En la casa Moretti.

—Estoy cansado —comentó Christopher quejándose. 

—Yo voy a salir con mi linda rubia —anunció Stefano mirándolos. 

—¿Uma? —Tiziano preguntó curioso.

—Sí, adiós —dijo él, salió de la casa para ver a su amada.

—Uma es muy linda —comentó Christopher.

—Sí, sabes. Hay una chica hermosa que trabaja con ella —comentó Tiziano emocionado. 

—No me interesa —Christopher agarrando una revista, mirando que en la portada estaba Ysabelle sonriendo.

—Deja de fantasear Christopher —le dijo Tiziano bromeando. 

—Ysabelle es tan hermosa —susurró.

—Sí te gusta tanto porque no le dices tus sentimientos —lo regaño. A veces no lo entendía.

 —Yo sé que a Ysabelle no le gustó nada —dijo Christopher dejando la revista a un lado.

—Yo no lo creo hermanito. Vamos a molestar a Stefano —le propuso animándolo.

—Sí, vamos.

Los hermanos se fueron al restaurante para molestar a su hermano y así pasarla bien.

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