Dos horas después.
En el restaurante Rossi.
Ysabelle estaba llorando encima de Alessia.
—Ayuda.
—Solo a ti se te ocurren estas cosas —comentó Alessia seria.
—Es que Anthony es horrible —comentó ella sollozando.
—No tenías que decir semejante mentira —le dijo su amiga regañándola.
Stefania se reunió con ellas y se preocupó de cómo Ysabelle estaba llorando.
—¿Qué pasó? —preguntó.
—Ysabelle inventó que tenía un prometido, ahora su padre quiere conocerlo —informó Alessia.
—Ysabelle… —dijo Stefania seria.
—Es una tonta —comentó Roberta mirándola con seriedad. Estaba con su amiga y la verdad no entendía por qué había mentido.
Lucia se reunió con ellas.
—Déjala tranquila.
—Ni sabes lo que estamos hablando —habló Roberta molestando a su amiga.
—Por favor, ¡ya! —pidió Alessia mirándolas con seriedad. Estaba enojada con ellas.
Stefano y Uma entraron al restaurante.
—¿Qué estará pasando, amor? —le preguntó Stefano al ver a las mujeres discutir.
—No lo sé —dijo ella extrañada.
Christopher atrás de Stefano.
—Dejen pasar.
—¿Me estaban siguiendo? —les preguntó Stefano a sus hermanos.
Tiziano estaba apenado.
—¡No!
Ysabelle estaba llorando.
—¡Quiero morirme!
Las personas que estaban allí, voltearon hacia Ysabelle y comenzaron a murmurar.
—No digas esas cosas —dijo Stefania, preocupada.
Ysabelle levantándose de la silla.
—Me voy, me voy a matar —le dijo dramatizando.
Stefania y las demás le cayeron encima.
—¡No, Ysabelle!
Ysabelle estaba sonriendo.
—Soy demasiado bella para morir.
Ellas soltaron un largo suspiro, algunas veces Ysabelle le gustaba dramatizar las cosas y exagerarlas a un extremo.
Stefania mirándola con seriedad.
—Ysabelle. Solo tenemos que conseguir a un hombre que se haga pasar por tu prometido.
Tiziano se acercó a ellas.
—¡Yo!
Todos se le quedaron mirando, el hombre estaba sintiendo la presión de tantas miradas.
Tiziano estaba apenado.
—Yo tengo al candidato perfecto —dijo él agarrando a Christopher del brazo—. Aquí está.
Ysabelle estaba emocionada.
—¿De verdad, me van ayudar?
Christopher estaba serio.
—¿De qué se trata? —preguntó desconcertado.
Ysabelle les hizo seña para que se sentaran en la misma mesa y pudiera explicarle la situación, y si de verdad estaba dispuesto a ayudarla.
Ellos se sentaron y observaron que ella también se sentó.
—Es medio larga la historia —comentó ella.
—No importa, cuéntala —Christopher insistió.
—Este chico es demasiado frío para ese papel —comentó Lucia.
—Ellos dos son los protagonistas de la obra que estamos haciendo —aclaró Stefano en defensa.
—Sí Lucia —aseguró Ysabelle.
—Ysabelle cuenta —dijo Stefania ansiosa.
—Desde que nací mi padre me unió en matrimonio con el hijo de su mejor amigo, cuando cumplí los diecisiete años le pedí un trató que cuando cumpliera los veintitrés años sí no tenía un prometido para ese entonces me casaría con Anthony, Anthony es tan tonto, antes de casarme con él prefiero a las mujeres.
—¡Ysabelle! —exclamó Lucia alarmada.
—Lo peor aún que le di a mi padre un nombre —dijo Ysabelle apenada y desvió la mirada. Sentía mucha vergüenza.
—¿Cuál? —preguntó Roberta.
—Christopher Moretti.
—¡¿Qué?! —exclamaron todos asombrados.
—Perdón Christopher, no sé me ocurrió otro nombre —confesó realmente apenada y excusándose.
—Christopher. Tienes que ayudarla —Tiziano insistió.
Christopher estaba serio.
—¿Qué voy a sacar de todo esto?
—Pues… —Ysabelle titubeando.
—Pueden tener unas cuantas citas o pasar una noche juntos —propuso Stefania.
Ysabelle y Christopher alterados.
—¡Estás loca!
—Stefania, por favor. Ysabelle no sabe de esas cosas —dijo Alessia avergonzada.
Ysabelle estaba sonriendo.
—Una cosa que sea virgen y otra que sea ignorante.
—Ysabelle esas cosas no se dicen, y menos delante de unos hombres —comentó Lucia avergonzada.
Stefano y Tiziano estaban sonrojados.
—Tranquila, te guardaremos el secreto.
Christopher estaba riéndose.
—Esto me parece divertido.
Ysabelle estaba emocionada mirando la risa de Christopher. Era la primera vez que lo veía sonreír y se veía tan hermoso.
—¿Entonces la ayudaras? —le preguntó Roberta.
—Sí.
Ysabelle lo abrazo.
—Gracias, Christopher.
Christopher estaba apenado.
—No hagas esas cosas.
—Perdón —dijo ella apenada.
—Ja, ja, ja, ja, esto parece divertido —habló Lucia sonriendo.
—Oye Lucia, ¿y ya tienes novio? —preguntó Uma.
—Eh. ¿Por qué preguntas eso? —preguntó extrañada.
—Es que te vi que saliste con un chico —comentó curiosa.
—Cuenta —dijo Stefania emocionada.
—Es Adriano —confesó Lucia sonrojada.
—¡Wow! ¿Volviste con él? —preguntó Alessia asombrada.
—Ese no es —aclaró Roberta conociendo los sentimientos de su amiga.
—No entiendo —comentó Alessia confundida.
—Adriano es mi mejor amigo, pero vamos a salir —explicó ella.
—Romance en puerta —dijo Ysabelle sonriendo.
Lucia sonrió.
—No lo sé.
En eso se escuchó el sonido de la puerta y era Arnaldo.
—Hola chicas —dijo acercándose a ellas.
—Arnaldo —dijo Ysabelle cayéndole encima—. ¿Cómo estás?
—Bien, Ysabelle —dijo Arnaldo sonriente.
Ysabelle estaba sonriendo con malicia.
—Sabes, Lucia tiene un enamorado.
Lucia estaba apenada.
—¿Qué cosas dices?
—Sí, hoy tendrán una cita —afirmó su hermana.
Arnaldo estaba serio.
—Qué bien.
—Gracias —dijo Lucia apenada.
Stefania se levantó para irse a su hogar.
—Ysabelle ya se arregló todo. Me voy —anunció a sus amigas.
—Deja que Dante respiré —bromeó Ysabelle.
—¡No! ¿Por qué? Tengo que cuidar a mi esposito —respondió Stefania cruzando los brazos.
—¿Y Fania cómo se porta? —le preguntó Arnaldo.
Stefania sonrió.
—De maravilla, pero dormida, ja, ja, ja.
—¿Eres la madre de la pequeña que Ysabelle llevó hoy? —le preguntó Christopher.
—Sí.
—Es una monada, esa niña —comentó Tiziano con franqueza.
—Es verdad. Mirándote bien, si se parece mucho a ti —dijo Stefano, asombrado del parecido de madre e hija.
—Sí, es verdad, salió a mí. Cuando su padre la tiene, también se parece a él —comentó Stefania orgullosa.
—Fania es la hija perfecta para mí —expresó Ysabelle.
Alessia estaba sonriendo.
—Qué cosas. Tres estamos casadas y dos solteras.
—Ellas no tienen suerte para el amor —comentó Roberta mirando a Lucia y Ysabelle.
—Mi suerte cambiará —aseguró Ysabelle jalando a Christopher—. Tú tienes que venir conmigo. Tenemos que hablar de muchas cosas.
—Está bien, vámonos.
Ysabelle y Christopher salieron del restaurante.
—Esto será más fácil de lo que pensé —dijo Tiziano sonriente.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó Stefania.
—Ustedes no se dan de cuenta que Christopher se muere por Ysabelle —aclaró Stefano divertido.
—¡Eh! —dijeron todos
—La verdad, hacen muy bonita pareja —dijo Uma alegremente.
—Tienes razón —afirmó Alessia contenta.
—Tenemos que ayudarlos —dijo Lucia entusiasmada.
—Yo no me meto en eso —habló Stefania seria.
—Tenemos que averiguar si a Ysabelle le gusta Christopher —comentó Roberta.
—Sí —afirmó Alessia apoyando a su amiga.
Las chicas estaban muy animadas y emocionadas de que Ysabelle encontró al hombre ideal para ella.
—Ustedes nunca van a cambiar —dijo Arnaldo, risueño.
Stefania sonrió.
—¡Yo, jamás!
Lucia levantándose de la silla.
—Tengo que irme.
—¿Te vas a arreglar? —preguntó Uma con cara de pícara y hacer enojar a su hermano.
—Más o menos —contestó Lucia.
—Yo también tengo que irme —dijo Alessia levantándose de la silla.
—Yo también —habló Stefano mirándolos.
—Yo me quedo un rato con Stefania —comunicó Roberta.
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En otro lado.
—Christopher, tenemos que hablar seriamente —dijo Ysabelle con seriedad.
—¿De qué? —le preguntó él con extrañeza.
—Sobre mi vida.
—¿Y qué tengo que saber? —le preguntó intrigado.
—De todo un poco. A mi padre le gusta hacer muchas bromas y también le encanta hacer preguntas personales —le advirtió Ysabelle. No quería que él se sintiera incómodo.
—Está bien, entiendo.
—Primero tengo que enseñarte mi casa.
—Perfecto.
Ysabelle estaba mirándolo.
—No quieres hacerlo, ¿verdad?
—Estoy dudoso —confesó con sinceridad.
—Comprendo, sí quieres consigo a alguien que me haga el favor —dijo Ysabelle un poco triste.
Christopher estaba sonriendo.
—No, tranquila, te ayudaré.
—Muy bien —sonrió tiernamente.
Christopher pensó al verla tan feliz.
—Es tan hermosa, es toda una diosa.
—Oye Christopher, ¿estás ahí? —le preguntó notando su ausencia.
—Sí, perdón. Estaba pensando en otra cosa.
—Ya vamos a llegar a mi casa —dijo riéndose por lo cerca que se encontraban.
—No vives tan lejos —le dijo un poco sorprendido de que vivía a pocas cuadras del restaurante.
—La verdad no, es para estar más cerca de las chicas.
—¿Y tienen años conociéndose? —preguntó realmente curioso.
—Casi ocho años —respondió orgullosa.
—Muchos años —dijo él atónito.
—Sí, el mismo tiempo que tengo viviendo sola en Italia.
Christopher se sorprendió mucho, creía que era italiana.
—¿No eres de aquí?
—Nací aquí. Toda mi infancia fue en Londres —comunicó alegremente.
—Nunca pensé que no fueras de aquí —dijo Christopher sorprendido.
—Ja, ja, todos piensan que crecí aquí, pero no. Vine a vivir sola cuando era una adolescente —le comentó risueña.
—¿Me imagino que tus padres viven contigo?
Ysabelle estaba sonriendo.
—Qué va, mis padres me enviaron sola para acá.
—Como pudieron —dijo él indignando.
—La verdad, quise irme —confesó con tristeza—. Porque mis padres están separados y comenzaron a pelear por mí custodia. Entonces yo les dije que quería estudiar más mi idioma y me dejaron venir.
—Ysabelle…
—Ya estamos llegando —anunció Ysabelle para cambiar un poco el ambiente tenso que estaba.
—Parece que tú vida no es tan fácil como imagine —dijo Christopher con seriedad.
—¿Y cómo imaginabas mi vida? —le preguntó curiosa. La verdad le intrigaba saber que pensaba de ella.
—No sé, más alocada.
—Todos creen lo mismo, por mi personalidad.
—Es verdad.
—Ya llegamos —dijo Ysabelle abriendo la puerta principal—. Entra.
Christopher entró a la casa con cierto miedo, estaba entrando a la intimidad de la mujer que amaba.
—Es muy acogedor tu hogar.
—Gracias —dijo ella cerrando la puerta.
En eso salió Rocco de su escondite.
—Es mi gato Rocco.
Christopher se inclinó para acariciarlo.
—Es muy lindo.
—Ya tiene como tres años conmigo —explicó Ysabelle sonriente.
—Nunca pensé que te gustaran los gatos —le comentó sorprendido.
—No me conoces nada bien.
Christopher estaba sonrojado.
—La verdad no.
—Siéntate, ¿quieres algo de tomar? —le preguntó alegre.
—Jugo por favor.
—¿De qué sabor quieres?
—Manzana.
—Está bien —Ysabelle caminando hacía la cocina y estaba nerviosa, porque nunca se imaginó que Christopher estaría dispuesto en ayudarla.